Si estás decidida a conquistarme permitime que te dé unas pistas.
Soy hombre las 24 horas del día y poeta de a ratos, por eso siempre digo tonteras y algunas de ellas suenan bonitas.
Que no te moleste el desorden de mis papeles, es una escenografía necesaria de todos los escritores. (En realidad, las anotaciones importantes las tenemos bien guardadas.)
No preguntes cómo hago para escribir un poema o un cuento o lo que sea, porque te responderé que no sé y pensarás que no quiero decírtelo, cuando en realidad no sé cómo es que lo escribo.
Jamás inquieras qué me gusta de vos. Soy caballero y siempre deberé decir tus ojos. (Además corremos el riesgo de que sea verdad que lo que más me gusta sean tus ojos y que no me creas.)
Si estamos invitados a una fiesta esperame desnuda, así tenemos dos excusas para no ir: la primera, que ya es tarde para que te vistas; la segunda, que voy a aprovechar tu desnudez de una manera más interesante.
Si alguna vez discutimos aguardame perfumada y con música, o con un policial para ver: no hay nada más adorable que reconciliarse descubriendo un crimen a dúo y nada más excitante que acariciar los senos de una mujer inteligente. (¡Qué feo sería el mundo sin Kojak, sin Columbo, sin Monk!)
Dejame siempre que te bese, en todo momento y en todo lugar, nada es importuno para esta sed que tengo de vos: ni una misa, ni un velorio, ni un discurso político. (Además, a todo cura, a todo muerto y a todo presidente les encantaría besarte.)
Te pido también que una vez al mes vayamos a la plaza a hamacarnos; si alguna disposición lo prohíbe yo pagaré la multa con gusto. (Mi agente se lleva más dinero y no me da ningún placer.)
Y por último: llorá a mi lado, reí a mi lado, dormí a mi lado. (¿Tu terapeuta me dice posesivo? ¡Cómo le gustaría ser yo a ese tipo!)
Ah, me olvidaba. Si un día de estos cometo tengo el mal gusto de morirme, prometeme cerrarme los ojos e insultar a mis deudos de mi parte. Pero si tu intención es inmortalizarte en Wikipedia o hacer algo románticamente memorable: sé buena, hacé un esfuerzo y resucitame.
Marcelo Galliano
Va a tener usted una larga cola de pretendientas. Se le olvidó mencionar en la lista, por cierto, el mejor arma entre todas las que posee: ese delicioso sentido del humor.
Felicidades . Un abrazo