Abuela, tus manos parecen maripozas. La anciana levanta la vista y nota que el corazón se le encoge por enésima vez. Sus dedos siguen dando puntadas, ágiles y precisos, más de medio siglo de oficio pesa sobre su espaldas. Le dolió mucho que su hija no quisiera seguir la tradición, que nunca se interesara por sacar hilos para después, jugando con ellos, atándolos, dándoles forma, construir universos de belleza. Sin embargo, su nieta no se separa de ella, cada tarde se sienta a su lado y la observa, incluso mueve sus deditos cortos imitando los gestos de su abuela. La anciana mira sus ojos achinados, la boquita pequeña, las palmas partidas de sus manos y un nudo se cierra en su garganta. Lleva tiempo pensándolo, hoy ha tomado una decisión, enseñará a su nieta a bordar, con síndrome de Down o sin él, en sus venas corre sangre de bordadora.
Relato finalista del I Concurso de Microrrelatos Artesanía Comprimida
Felisa Moreno Ortega
BLOG de Felisa Moreno