Madres
¿Madre no hay más que una? Pero, señores, si estamos rodeados de madres aparte de la santa que nos llevó en su vientre…
Empecemos por la madre tierra, Gea o Gaia, la madre de todo. Ella siempre nos ha parecido la alma máter, la madre nutricia en todos los sentidos. Pero recientemente esta madre naturaleza nos castiga –cada vez más– a latigazos con huracanes como «Catarina» o «Irma», sequías e inundaciones, y algún que otro terremoto. ¿Será un destete o se habrá cansado definitivamente de aguantarnos?
Nuestro enmadramiento no acaba ahí, ni mucho menos. El alimento más básico –el pan– requiere masa madre para su fermentación y no hay ordenador que funcione sin placa madre.
Y vamos de extremo a extremo: igual que debido a la literatura cristiana la madre de Dios es símbolo de bondad y dulzura, a pesar de lo cual hay quien no duda en abusar de su nombre con intención de insulto, todos conocemos los cuentos de hada cuya retahíla de madrastras, desde la de Blancanieves hasta la de Cenicienta, nos dejan con mal sabor de boca a manzana envenenada.
Sin embargo, y me estoy metiendo en el terreno político-emocional, la más peligrosa es la Madre Patria, así con mayúscula, un nefasto concepto que sigue mandando a sus hijos no a la escuela, como hacemos las madres de a pie, sino a la guerra. Arropada por la bandera del color que sea, exige a los que hayan nacido varones –y últimamente también a las hembras– que luchen, conquisten, maten y mueran… mientras ella se atrinchera entre ministerios y criptas, llorando con lágrimas de cocodrilo las estadísticas de los caídos y legalizando castigos ejemplares contra los que tengan la lucidez de declararse pacifistas.
¡Cuidado con esas madres, que hay amores que matan!
Dorotea Fulde Benke
No creo que sea la “Madre Patria” la que induce a sus hijos a matarse entre sí ¿Qué madre instigaría a sus propios hijos-hermanos contra hermanos-, hasta el rencor, el odio y la lucha a muerte? ¿No se referirá usted a los Padres de la Patria?
Poder + testosterona + ambición = a lucha y competición sin frenos. Sería como la versión, a escala patriótica, de la violencia de género: Padres de la Patria, maltratando a la Madre Patria y a sus inocentes hijos, manipulados, adoctrinados y convertidos en masa irracional movida por emociones y sentimientos viscerales, inculcados por oscuros líderes que, en pro de sus intereses, les arengan desde sus pedestales sin bajar a las trincheras, manchar sus manos de sangre ni vaciar sus bolsillos: el pueblo-masa los llenará.
La Historia habla de mujeres revolucionarias pacifistas que murieron por defender nuestros derechos; nunca para matar. Las revoluciones sangrientas son cosas de hombres (Lenin; Castro, Hitler, Ernesto Guevara, Stalin, Mussolini, Franco, Kin jon-un “Plugs Demón” …) Sí, hubo (hay y habrá) mujeres que empuñaron armas para defender su Patria (casa de sus hijos), pero nunca para promover una revolución sangrienta en las que sólo mueren los de abajo: Agustina de Aragón; Constanza Dávalos, la Gioconda; Juana de Arcos… Los de arriba siempre encuentran la puerta de salida de la impunidad.