La he seguido. Por Nieves Sánchez

La he seguido

 

   Ha salido de su casa con la cabeza baja y los ojos perdidos. Supongo que estaría pensando en el examen que tenía que hacer, o quizá en él.
Ha caminado hasta el semáforo de la esquina y ni siquiera ha esperado a que se pusiera en verde.
Pero luego, ha pasado por delante de la papelería y le ha sonreído a un perro que esperaba a su dueño. Imagino que hasta a ella le hizo gracia el que un perro le hiciera sonreír.
Siempre había prestado atención a las cosas cotidianas que le rodeaban. Las naranjas del frutero, el periódico, el olor a café de la cafetería de la esquina. Eso me encantaba de ella.
Yo, apenas a 10 metros suya, casi notaba el perfume de su pelo, y parecía como si su cabello bailase al compás del viento.
Me conoce y sabe quien soy. Hablamos a menudo y a veces, sus miradas parecen como caricias en mi rostro, porque es eso lo que me hace sentir cuando me mira.
Iba tan sumida en su mundo, en el examen, en él o en lo que quiera que fuese lo que retumbaba en su cabeza, que no miró hacia atrás en ningún momento. Si lo hubiera hecho…
Realmente, hubiese sido bonito desearle suerte, percibir su calor, notar lo que ella hace en mí.

   Hoy la he seguido, por segunda vez. Y me he preguntado si, en algún momento, minuto o segundo del día, ella piensa en mí.

 

Nieves Sánchez 

 

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