El duro sexo débil. Por Marisol Oviaño

Las mujeres llevamos el instinto de conservación de serie, y esto trae aparejada la necesidad de cuidar de otros más débiles: niños, hombres heridos, enfermos, ancianos.
Qué bonito suena ¿no?

Pero nadie te explica la otra cara de la moneda: hay débiles que pueden convertirse en un lastre que amenace con hundir a toda la familia. Puede ser tu pareja, alguno de tus hijos o tus hermanos, incluso tu madre y tu padre. Personas a las que quieres y a las que no deseas ningún mal, pero que suponen un serio peligro a bordo: han perdido todo instinto de supervivencia, y esperan a que te des la vuelta para empezar a abrir vías de agua.

Al principio, el instinto de protección te dirá que los cuides.
Pero no importará cuánto les quieras, ni cuánto intentes ayudarlos, ni cuánto sufras por ellos. Todos tus esfuerzos serán inútiles, e incluso puede que resulten perjudiciales para el resto de la familia.

Y entonces te enfrentarás a decisiones difíciles que no puedes consultar con nadie, porque nadie puede ponerse en tu piel y saber cuánto te duele. Tu corazón te dirá una cosa; tu cabeza, otra; si consultas con amigos, obtendrás tantas opiniones distintas como amigos tengas.

Y al final acabará imponiéndose el instinto de conservación de la especie, que es quien nos mantiene vivos.

Por mucho que te duela, tendrás que librarte del lastre que amenaza con hundiros a todos. Y abandonarás al miembro más débil en un bote con remos y provisiones suficientes para llegar a costa.
Porque tu misión es que la tripulación llegue sana y salva a puerto.
Y llorar
cuando nadie te ve.

Marisol Oviaño
proscritosblog.com

Un comentario:

  1. Me encantó el final. Era exactamente lo que no esperaba leer.

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