Las cosas de la vida. Por Rubén Castillo

 

Las cosas de la vida.

Guía para perplejos

 

    Acabo de leer el delicioso volumen Las cosas de la vida. Guía para perplejos, de Andrés Amorós (Fórcola, 2022). Y, contraviniendo mi costumbre de “devorar” las obras que consiguen capturar mi atención, he empleado en hacerlo todo un mes. La explicación es sencilla: tras deleitarme con los dos primeros capítulos, donde se nos habla de la culpa, del arrepentimiento y de la dificultad de conocerse a sí mismo, me di cuenta de que la textura del libro requería una lectura pausada, espaciada, lenta y reflexiva. No se trataba de recorrer el tomo, sino de permitir que él me recorriera a mí. De tal modo que opté por imponerme el freno de abordar cada jornada, solamente, un capítulo: ni más, ni menos. Leerlo con calma, sin ruidos ambientales, a ser posible de noche; y extraer de él toda su sabia savia. Valorar las innumerables citas que Andrés Amorós incorpora en cada uno de ellos y entender la conexión entre ellas y la oportunidad de su aducción.

    Al fin, todos los cristalitos de colores forman una vidriera excepcional, donde los nombres egregios de Cervantes, Montaigne, Pascal, Shakespeare, san Agustín o Antonio Machado son invocados con inteligencia, permitiéndonos acceder a una crestomatía plural, densa y fértil, que nos adentra no solamente en el corazón de la sabiduría, sino también en el corazón mismo del autor. Porque la gran lección de este libro consiste en descubrir que Amorós ha necesitado toda su vida para recopilar, reflexionar y relacionar estas citas, que no actúan aquí como exhibiciones pedantes, ni como aforismos de relumbrón, sino como destilaciones lentas, cuyo objetivo es invitarnos a pensar y sentir la paz y el saber profundos de sus palabras. En cada una de las habitaciones de este castillo interior aprendemos algo sobre la vanidad, la memoria, la experiencia, el trabajo, el respeto, la excelencia, el orgullo o las afinidades electivas; y cuando todas las teselas nos han sido mostradas, el mosaico deslumbra.

    Si me permiten el consejo, léanlo de la misma forma que yo: disfruten de cada página. No se apresuren. El alambique-Amorós se ha esforzado para entregarnos un licor deleitoso, que conviene paladear. Pruébenlo con los ojos abiertos; luego ciérrenlos y reflexionen. Verán qué maravilla.

 

Rubén Castillo

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