Fenomenología de la Risa.
La RISA, es esa gran compañera de viaje que siempre dulcifica y aligera la pesadumbre de vivir. Es la que nos mantiene en pie frente a viento y marea, la que nos abraza y sana, la que nos susurra que no nos tomemos tan en serio, que haríamos muy bien si nos reiríamos más de nosotros mismos. Venga, riamos … entonces.
Riámonos del torpe actor en escena que entra por una puerta y confundido sale por otra, de la feliz señora que después de haberse comido dos pedazos de tarta y un croissant, pide una sacarina o dos con su café al camarero para compensar el desvarío.
Riámonos de los tiernos sketches de nuestro queridísimo Miguel Gila cuando levantaba aquella reliquia de teléfono, ¿se acuerdan? y pedía al enemigo de una guerra imaginaria que no les invadiesen en la hora sagrada de la siesta. Que, por favor, tuvieran esa condescendencia. El gran Gila siempre nos hacía reír.
Riámonos de los chistes contados con la gracia y el arte debidos, incluso también de los chistes malos. Riámonos con nuestro hombre del tiempo de la tele, un tipo clásico y buen comunicador donde los haya y que, en un día de emisión, le da por rapear, sí… rapear frente a la cámara mientras nosotros, los espectadores nos reímos porque nos parece estar imaginando a un jovencito de quince años vestido con cazadora de cuero, pañuelo al cuello y tupé engominado.
Riámonos de forma natural o forzados, de manera sutil o tímida, de a poquitos o con esa risa nuestra que resulta contagiosa. Riámonos a carcajadas, pero riamos.
Riámonos y a posta también de nuestro entusiasmo particular y especial interés por intentar comprender la Fenomenología de la risa. Desde épocas remotas, hemos querido siempre llegar a entender el mundo. De sobra conocidas las eternas preguntas: ¿quién soy yo?;¿de dónde vengo?; ¿a dónde voy?; ¿qué hago aquí? El fenómeno de la Risa no podía ser una excepción a nuestro afán de entendimiento.
La gran escritora Mary Beard, historiadora especialista en la Civilización Romana, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2016, con la legitimación que le da una sólida preparación, publica su libro “LA RISA EN LA ANTIGUA ROMA, sobre contar chistes, hacer cosquillas y reírse a carcajadas”. En este libro ensayo, llega a una firme conclusión que se torna importante. Que, así como heredamos de nuestros ancestros el Derecho Romano, el latín, una forma de ser y de sentir, unas costumbres, también compartimos con ellos un mismo sentido del Humor tal y como lo vivimos y entendemos ahora, y que éste no ha cambiado tanto desde la era del Imperio romano hasta nuestros días.
Pero ¿por qué la risa ha suscitado desde tiempos inmemoriales tantísimo interés? ¿Será su poder de atracción? ¿Su contagiosa energía? . El moralista francés Nicolás Chamfort acuñó y con gran sentido común, la célebre frase de que “el día peor empleado es el día en que no se ha reído”, para terminar, añadiendo una de mi propia cosecha que “la risa es la cuna donde se mecen los sollozos del alma”. Pues eso, no se olviden de acunar ese dolor con la risa diaria. Aparte de sano, créanme que no hace arrugas.
USUE MENDAZA