Epifanía del silencio
Sobre la mesa apenas un cuaderno,
la pluma desgastada que celebra la tinta
y una fiel soledad que me acompaña
cuando decido hablarte.
De fondo algún sonido de pasión o de pájaros,
que se mezcla preciso con el hondo
quejido de la luz al despedirse
y mis manos abiertas y dispuestas.
Nada más necesito,
ni pronunciar tu nombre, ni buscarte,
para que el alma vibre y te convoque.
Estas aquí, latiendo en las palabras
que me quedan aún por escribirte.
Mari Cruz Agüera