El Bosque encantado. Lugros, Granada.

Fotografía del Senderista Ticorunner: Gerardo Glz Luque

 

 

El Bosque encantado. Lugros, Granada.

 

  Existe un lugar mágico y nada recóndito sino puesto y desde hace poquito tiempo, a disposición y disfrute del ciudadano en la vertiente norte de Sierra Nevada y más concretamente en el término municipal de Lugros, provincia de Granada, que no deja indiferente a nadie que lo visite; eso sí, aconsejan siempre, por ser bosque caducifolio (uno de los mejores conservados de toda Andalucía), visitarlo, a poder ser, a principios de la estación otoñal, antes del momento culmen en que las hojas desvistan las copas de los robles, melojos, mostajos o serbales, arces, maguillos, fresnos y sauces; Y no sólo engalanan el bosque, porque sus raíces propician, a través del subsuelo, las diferentes redes tróficas en un ecosistema particular que mitiga las consecuencias de nuestro temido cambio climático.

  Antes de que los senderistas iniciemos la jornada mañanera, bien merece la pena cargar energías con un buen café caliente en el bar Mariano de la plaza Juan Carlos del pueblo de Lugros, antiguo marquesado y cortijada, que sirve de antesala a un día muy prometedor. Hoy puede ser un gran día. Que cantaba Serrat. Don Mariano, al parecer dueño del típico bar de pueblo que nos acoge, se adelantará, (con acierto o tino y quizá con cierto ojo psicológico que da la experiencia de la vida), a preguntarnos si queremos comer algo y al él apreciar en nuestras caras un gesto de asentimiento, nos ofrece con placer y orgullo unas rosquillas artesanales de vino y almendra revestidas de azúcar que tiene a posta colocadas en una cajita de cartón a un lado de la barra. Los dulces y el café nos predisponen al lugar sin duda de una manera muy positiva. Las personas hospitalarias y Mariano sin duda lo es, nunca están de más. Además, nos habla de su rica morcilla y nos incita sin quererlo o sí, (quien sabe), a volver a su pequeño pero reluciente bar adornado con el típico espumillón navideño. Salimos de allí agradecidos por el trato recibido y con el estómago lleno, dispuestos a gastar las calorías adquiridas. Pero, sobre todo, a disfrutar de las sorpresas que nos depara la Naturaleza.

  Dejamos los coches e iniciamos con ganas, paso algo tranquilo, pero ritmoso, grata armonía y amena conversación la caminata en “el Bosque encantado” o DEHESA DEL CAMARATE. Nuestro primer hito, cruzar la verja negra en el Horcajo del Camarate donde tendremos que estar muy atentos al cartel informativo de “por favor, cierren la cancela al entrar” que se indica con el fin de que no salga el ganado vacuno de la zona. Así lo hacemos. El último del grupo cierra diligentemente la cancela. El civismo no sólo está bien visto en la ciudad (aunque escasea) y al senderista se le presume un ápice, al menos, de Educación medio ambiental.  

  Siguiendo la ribera del río, nos acompaña en nuestro transitar el inequívoco sonido del agua, siempre bendita. La humedad circundante, contrarrestada a Dios gracias, por los primeros rayos de sol, propicia la existencia de algunas zonas de musgo pegado a la roca como un bebé al pezón de su madre. Por las rocas se desliza alguna que otra gotilla de agua que tintinea y se deja caer como a cámara lenta. Sin atuendos. Desnuda. Clara. Sin prisa. Lenta.

  Dejando la ribera del río, se nos abre ante nosotros un camino perfectamente señalado y empedrado en dos líneas paralelas, una vía muy ancha que nos permite caminar y conversar con nuestro acompañante muy cómodamente sin la preocupación de tener que apartar zarzales y ramas o de resbalar con alguna piedra o con la incomodidad de un suelo mojado.  En la vereda disfrutamos de la observación de madreselvas, clemátides, heléboros, rascaviejas y de algún espino cerval o endrino perdido.

  Habiendo divisado un rebaño de cabras inofensivas pastando, cosa que no se ve todos los días, llegamos al tentadero, según dicen, de uso antiguo coso taurino; momento ideal para mitigar el hambre y tentar al apetito de fruta y bocadillo. Toca un descanso con la placidez del telón de fondo de la incipiente nieve de la sierra. Alguien percibe que la hierba tiene un verde peculiar precioso y extremadamente colorista. Se nota que ha llovido. Justamente estos días atrás. A Dios gracias también. Con una especie de remordimiento por dejar el relajo de este instante tan especial, nos predisponemos a deshacer el camino andado de regreso hasta volver, y no con la frente marchita, (como decía el tango) al Horcajo. Aquí nos despide una pequeña ermita alzada (misteriosamente sin una hornacina con su virgen tradicional) y unos niños nos miran de soslayo con maliciosas sonrisillas en sus caras cuando les pregunto si las vacas que nos cierran el paso en un terreno dificultoso y fangoso son peligrosas. Supongo que murmurarían: “De donde ha salido ésta.”

  Finamente y a las 14:00 horas aproximadamente y después de clavar la cifra de 15 kms recorridos, es hora de darnos un más que merecido homenaje. Antes de entrar en los coches, hacemos conclave general y pensamos: ¿hace la morcilla del bar de Mariano? Sí. No hay más que decir. Volvemos a Lugros con las pilas cargadas, con la sensación del trabajo bien hecho y con el ansia de cerveza y de probar la morcilla de nuestro mejor anfitrión, Mariano. Buena gente de hecho, la de esta comarca granadina a sólo hora y media de la ciudad. Salida 288 por la autovía que lleva a Murcia/ Almería pasando por el puerto de la Mora.

  El “bosque encantado” ha hecho, como debe, honor a su nombre. Todos quedamos mucho más que encantados. Felices. Y con ganas de volver. Alejandro Dumas ya lo escribía. No hay mayor placer en Granada que volver a ella, y añado más, como se vuelve en la vida a creer o a tener fe en alguien o en algo. ¿Y si la mismísima Granada fuera la virgen tumbada al sol que le falta a la ermita de nuestra Camarata?  Quién sabe. Habrá que volver algún día para comprobarlo.

USUE MENDAZA

Usue

Nace en Vitoria-Gasteiz en 1975. Titulada en Secretariado de Dirección por la Universidad de Deusto, Bilbao (1993-1996). Siempre ha sentido curiosidad por el mundo cultural pero a sus 33 años despierta especialmente un enorme interés por la Poesía y por la Literatura. Con el Liceo Poético de Benidorm, de la que fue integrante, participa, además de en numerosos recitales por toda la provincia de Alicante, en la Antología VOCES EN AZUL con la Editorial Germania. Ha colaborado en el libro antologado DEL SILENCIO AL TEATRO DEL PARNASO, disponible en Amazon, en homenaje al poeta modernista hondureño Juan Ramón Molina, amigo de Ruben Darío. Acompañada por el gran cantautor Luis Eduardo Aute entre otros poetas españoles, están también sus letras en la Edición Virtual de Agosto de 2013 en DOS POEMAS Y UN CAFE, Boek Visual. Escribe asiduamente reflexiones, relatos, artículos etc, para Canal Literatura y para su blog usuemendaza.wordpress.com. Actualmente reside y trabaja en la ciudad de Granada.

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