Disco“Una lengua infinita”

Una lengua infinitaDisco“Una lengua infinita”

La canción como un género supremo.

Criterio. Declaraciones.

  Ciertamente la música es la banda sonora universal de nuestros sentimientos y emociones. Es la banda sonora planetaria de nuestros sentidos. La banda sonora de nuestras comuniones como humanos comprometidos con la belleza y las armonías y los encuentros de bondad, arte y comprensión. La música es punto de encuentro amoroso sin fronteras. La música es la pureza de una luz que canta comprometida amorosamente, como demuestra «Una lengua infinita» y el talento verdadero y potente de sus músicos.
Ante el ordenador, en realidad lo único que he hecho esta mañana es escuchar con deleite y reflexiones las canciones y piezas instrumentales del disco de UNA LENGUA INFINITA (que con músicos de varios países tiene como centro e impulsor al gestor, compositor y músico alemán UDO LAMPE), disco que con bellísimas sonoridades y mensajes sonaba muy cerca en el salón. La puerta de mi despacho, uno no demasiado grande, está abierta. No soporto cerrada esa puerta. Sí, la ventana, aunque sin bajar la persiana ni un milímetro, una apertura que da al exterior y al horizonte tal como vuelan las canciones. En cuanto al disco, ahora que ha culminado de sonar, escribir que llevo mucho enfatizando que la música no debe ser preferentemente fondo de las conversaciones interpersonales; por respeto a la música de las palabras, a la música, adentro y afuera, tan llena de ritmos, de matices infinitos de la oralidad. También por respeto, sin límites, a los músicos y a la creación musical. Y que tampoco la música debe primordialmente ser fondo al escribir, por respeto a la música de las palabras dentro de los pensamientos, de la conciencia del escritor. Y de nuevo por respeto a la música como arte. Por igual llevo mucho enfatizando el valor de las excepciones, de las circunstancias. En este caso se trata de una circunstancia singular.
La vida y el compositor y grupo nos han regalado a José Víctor Martínez Gil y a mí –cada uno principal colaborador del otro desde hace más de 25 años–, regalado a nuestras letras, en colaboración de unas u otras formas, estas canciones de amor y solidaridad, de confianza y entrega, de conexiones, todo lo que valoramos nosotros dos con hondura y altitud por sus calidades y proximidades tan humanas. Regalo en esencia al mundo.
La racionalidad me dicta, dado los prejuicios y los esquemas de otras u otros, puntualizar que escucho las canciones como si escuchara sinfonías, me deslumbran y emocionan, sé que la canción como género de música y palabras es, tantísimas veces, género extraordinario, exquisito. Una canción, valga ahora lo urgente de la obviedad, tiene que ser una canción. Un bolero, un bolero, una creación musical pop, una música melódica del mundo, ser eso, con identidad propia. Así como una sinfonía no es una canción, a quién se le ocurre que algo tan necesario y hermoso como una canción tiene que ser otra cosa que una verdadera canción, como son las de este disco. Y más porque una canción única, válida, es, puede ser, es una fuente de auténtica sabiduría y sentimientos y sensaciones populares, en la acepción más definitiva del término “popular”, ésa de sensibilidad, cualidades e intereses del pueblo, de la gente como tú que lees y yo. En el caso de los boleros, por ejemplo, y del melódico pop, son una fuente de lo humano más cotidiano, y, a la par, de lo humano más del fondo amoroso del ser.
La ignorancia de los prejuiciosos, de los artificiosos, de los supuestamente tan exquisitos, de los que no se detienen a pensar en cada género, en cada arte, es una ignorancia que desconoce que una canción, es algo que tiene que ser entendido de inmediato por quien escucha, entendido sin dilaciones, desde su lenguaje melódico y verbal, desde lo regular de la sintaxis de sus palabras, y desde lo sencillo, que no simple, de sus vocablos; entendido desde lo sencillo, que no trivial, de sus imágenes, de sus notas; desde lo sencillo de su todo como un todo.
Y que la originalidad y la complejidad tienen, de estar presentes; que estarlo, no desde el afán a toda costa de la originalidad y la complejidad en sí, sino desde una maestría que lo sea también porque no interfiere con la comprensión inmediata de quien o quienes escuchan; porque no ralentiza la capacidad inmediata de provocar y desatar emociones, de suscitar recuerdos e interpolaciones, de despertar intensas sensaciones y de permitir a cada quien imaginar, utilizando la canción como lente –tal como posibilita UNA LENGUA INFINITA como un conjunto– para ver desde su paisaje interior sucesos pasados, sucesos presentes o hasta sucesos futuros relacionados mayoritariamente con el amor. Que es, insisto, lo que desde siempre, funda el mundo: el amor de ser humano a ser humano.
Compositores y cantantes del planeta, músicos varios instrumentistas -talentosos como estos- y coros de gran prestigio y/o prodigios, de una u otra música, han trabajado conmigo y/o con mi obra literaria o con mis letras de canciones, las han grabado o estrenado; o han sido mis invitados dentro de mis/nuestros espectáculos de país en país; o yo he sido su invitado en sus recitales o conciertos, y/o somos amigos, de esos que han compartido genuinos momentos de la verdad; esos de la comunicación, ésa de comprenderse, comprender al otro y ser comprendido por el otro.

La música de este disco es nuestra (tuya lector/a y mía y de José Víctor y de sus creadores), nuestra música. Y, sus canciones y melodías, lo irrenunciable de nuestra capacidad de amar.

Anoto sus créditos en homenaje a Udo Lampe y los/mis /nuestros compañeros de UNA LENGUA INFINITA:
DISCO / GRUPO: UNA LENGUA INFINITA, música: Género predominante: Worldmusic (melancólico melódico). Participan: Udo Lampe (Alemania/España), compositor, guitarras, bajo, coros; Mabel Castillo (España), guitarra clásica, ilustraciones; Sebastián Caro (Chile), guitarra, dirección musical; Cami (Argentina) voz; Elizabeth Joy (España), voz; Jiro Yoshioka (Japón/Alemania), violonchelo; Jan Stahlmann (Alemania), piano, coros y sonido; Itunu Odetokun (Nigeria), batería; Larry Salzman (EEUU), percusión; Giulia Cacciavillani (Italia), flauta; Anastassia Zdvizhkova (Ucrania), piano; Joakim Toftgaard (EEUU/Suecia) trompeta, saxofón, trombón; Dieter Lampe y Maria del Mar Lampe-Ridao (Alemania y Alemania/España), percusión en video; Mar Ridao (España), mentora y asesorías. Disco: ilustrando y homenajeando la base de la obra de Francisco Garzón Céspedes (Cuba/España) y José Víctor Martínez Gil (México/España) escritores, artistas orales, letristas, comprometidos, tanto como, Una Lengua Infinita con: el amor.

Y como colofón anoto lo difundido por UNA LENGUA INFINITA en 2022 y el enlace donde adquirir el disco:

unalenguainfinita.com

 

 

LAS CANCIONES Y MÚSICA DE UDO LAMPE
Y DEL GRUPO UNA LENGUA INFINITA

 


Una lengia infinita fgc jvmg

 

Francisco Garzón Céspedes, con la colaboración de José Víctor Martínez Gil

  “Una lengua infinita es la unión de músicos de todo el mundo con un único idioma común: la música.
Todos los instrumentos han sido tocados y todos los ritmos, melodías y armonías han sido realizados por seres humanos.
Las plataformas de internet se han convertido en vehículo para la comunicación y el intercambio de ideas y sonidos, especialmente en estos tiempos de movilidad limitada.
Una lengua infinita nace de la necesidad de tocar música auténtica, expresiva y melódica, sin limitaciones comerciales o gustos musicales de moda.
Es un proyecto sin ánimo de lucro que, si llegara a generar fondos, se dedicarían íntegramente a artistas con problemas existenciales.
Nuestra pretensión es ayudar a cerrar la brecha entre el valor de su trabajo y la remuneración que reciben, especialmente en estos tiempos en que actuar se ha convertido para algunos de ellos en una quimera, bien por la pandemia o por enfermedad.
Este primer trabajo se ha creado por inspiración de Francisco Garzón Céspedes y José Víctor Martínez Gil, artistas de narración oral escénica, escritores, poetas. Ellos han creado los textos de las canciones.
Nuestro gran sueño: unirnos para tocar en directo.”

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