No creía lo que mis oídos estaban escuchando. Juan Manuel de Prada sentado entre José Belmonte y Fernando Armario estaba francamente dicharachero. Con ese aspecto tan convencional que porta, siempre me sorprende con un discurso provocador que, sin estridencias, nos estaba llevando a un tema espinoso. La Infidelidad.
¿Habéis sido infieles alguna vez? Una pregunta que nos espetó entre la Crema de Coliflor con Crujiente de soja y el Lomo de Dorada con Chop. Hasta entonces todos los comentarios se habían centrado en los relatos, la deliberación, las presentaciones, la cena, el ambiente… lo normal. A partir de esa pregunta se desató un debate sobre el tema ciertamente interesante.
¿Cómo definir una infidelidad?, el engaño de una relación física o el engaño de la mentira sea esta cual fuere. Las opiniones no fueron unánimes en ninguno de los aspectos que se trataron y, como consecuencia la conversación derivó a otros ámbitos más complejos. ¿Qué motivos inducen al engaño a un hombre o a una mujer? ¿La constitución física, las hormonas, los sentimientos? El enfoque de la sexualidad es diferente –según Prada- en ambos sexos. Aquí también hubo disparidad de criterios. Unos defendían la fidelidad como un valor imprescindible en una relación, otros la libertad absoluta, otros el acuerdo entre las partes.
El cambio de actitudes sexuales en los últimos tiempos fue otro apartado junto a un sin fin más de intercambio de opiniones. Yo observaba a José Belmonte que seguía el discurrir dialéctico muy prudente sin apenas intervenir con cierto regocijo y Fernando Armario y yo comentábamos alguna de las jugadas en “petit comité”, como otros componentes de la mesa junto a sus compañeros más cercanos. Prada seguía instándonos a profundizar en el tema insistiendo en que le era difícil comprender la psicología y la sexualidad femenina y que, si no fuera por un estricto control cerebral de las hormonas, los hombres serian sistemáticamente violadores de señoras estupendas . En ese momento, se hizo un silencio mimético mientras todos nos mirábamos con cierta perplejidad incapaces de proseguir. En algún momento me pregunté si estaría camuflado algún «pableras» por allí. XD
José Belmonte, fue el único que se lanzó al ruedo reivindicando la necesidad de que el sexo masculino aprenda a expresar sus sentimientos afectivos sin asociarlos a ninguna condición sexual. No solo con las mujeres, sino con todos los seres que nos rodean, hijos, padres y amigos.
De todo lo que se habló esa noche, Prada tomo buena nota de esta intervención dedicándole un artículo en “El Semanal” que podéis leer aquí.
Y yo advertía, sin terminar de creérmelo, que la mesa del jurado estaba siendo el vivo reflejo “casi perfecto” de nuestro querido canal literatura cualquier día a cualquier hora. Eso sí, todo hay que decirlo, en un tono muy literario y con mucha corrección.
Haddass