Hikikomori: ¿ficción o realidad? Por Anna Genovés

HIKIKOMORI-2Buenas tardes, Canal Literatura, amigos, colaboradores. Vuelvo con vosotros, esta vez con una columna de actualidad bastante incandescente que habla del proceso degenerativo que sufren las personas solitarias; muchos de ellos,  incapaces de lograr una vida confortable por ellos mismos. Espero sea de vuestro agrado. Un abrazo y ¡hasta la próxima!

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Hikikomori es un término japonés que define a las personas –mayoritariamente jóvenes— que se autoexcluyen de la sociedad. A menudo, el grado de confinamiento es tan intenso que puede acabar en violencia extrema o suicidio. El origen apunta a una falta de comunicación entre adolescentes y en la rigidez de la sociedad japonesa. Si bien el vocablo fue acuñado por el Dr. Saito Tamaki en 1998, es un fenómeno social que se ha extendido a nivel mundial y que encierra diferentes estadios transgresivos de quienes lo padecen. Podemos hablar de una manifestación insólita, la cual se ha convertido en cotidiana, y que amenaza en convertirse en una pandemia futura.

En Occidente, la tónica general se localiza en personas con fobia social y problemas de ansiedad. Pero el origen in situ estaría en la agorafobia, aunque el trastorno de la evitación o timidez extrema se asocia a toda la patología de la fobia en sí, lo que provoca la pérdida de habilidades sociales y una confusión de premisas morales necesarias para la convivencia social, siendo la TV, los cómics y/o libros, los videojuegos, redes sociales, móviles y un largo etcétera tecnológico el único contacto real con el mundo exterior. Son personas que se ciñen a la ficción de un lugar incierto, que puede convertirse en su única realidad. Un ostracismo alimentado por las sociedades del bienestar. Sobre el tema, existen diversos referentes tanto en la literatura como en la pantalla grande:

Como precedente –cuasi visionario— tendríamos la novela El sol desnudo  de Isaac Asimov (1957). Lo que nos lleva a la siguiente conclusión: pese a ser algo candente, convive entre los humanos desde tiempos remotos.

Uno de los estadios de esta patología lo ocuparían los denominados solteros parásitos, donde se incluyen los  singles que viven con sus padres eternamente. Quizás por un toque peterpaniano  o porque son incapaces de conseguir una vida confortable por sí solos. Desde mi punto de vista, son equiparables a nuestros ninis made in Spain. No olvidemos que los hikikomori comienzan a aislarse de jóvenes, y muchos de ellos llegan a la edad adulta encerrados en su caparazón. Otros, afortunadamente, se rehabilitan.

Ciertamente, me pregunto si esta evidencia social no tiene un componente apático implícito. Es decir, no puedo o no quiero estudiar. Tampoco encuentro trabajo, mis amigos me dan la espalda… Al final, la persona se deprime y se queda en casa. ¿Haciendo qué? Usando tecnologías. Y el reloj de la vida sigue su camino… La edad del matrimonio se retrasa, dando por hecho, el proceso de rehabilitación, con los correspondientes daños colaterales en las tasas de natalidad. Por ejemplo, en países del entorno de la UE como España, Italia, Grecia  Rumanía o Bulgaria, muchos jóvenes viven con sus padres siendo padres ellos mismos. Algo que puede suceder hasta a la cuarta generación.

Está claro que no todos los solitarios acaban recluidos in extremis. Aunque puede que una de las características del siglo XXI sea la sensación de sentirnos todos un poco hikikomori.

Domo arigato, amigos.

©Anna Genovés

Blog de la autora

Her (2014) Trailer Subtitulado

https://youtu.be/5m6xPudZcuY

En este magnífico film, Joaquin Phoenix representa a uno de los muchos tipos de hikikomori esparcidos y camuflados por el mundo, que se enamora de un programa informático con una voz extremadamente seductora. Si no la has visto, no dejes de hacerlo: te gustará.

anna

Valenciana de nacimiento y ecuménica de pensamiento. Tengo alma de poeta y mi corazón está tuerto. Funambulista de la vida, mis ojos ha visto innumerables historias y mis dedos han tecleado todo tipo de cuentos... Tantos como años tiene Caronte. Soy disléxica y disgráfica como John Irving, Roberto Bolaño, Wendy Wasserstein o Scott Fitzgerald... Y, millones de personas, a las que les cuesta aprender idiomas o confunden, por ejemplo, "niño" con "nicho". Pese a ello, tuve la suerte de ir a la universidad y licenciarme en Historia Antigua y Arqueología/Prehistoria. Colaboro en distintos medios digitales. Escribo cuando me inspiro y soy bloquera a ratos. He publicado dos novelas: Tinta amarga y Bovary 21. Habrá más: os lo aseguro. Van rulando por los cajones y me piden salir a la luz.

3 comentarios:

  1. Cada vez más a menudo la imagen de un grupo de jóvenes sentados en grupo ,y sin embargo absortos cada uno de ellos en su movil o tablet resalta en cualquier lugar. Terrorífico pensar que el hombre adapte su aptitud y actitudes hacia el aislamiento extremo, pero yo creo que en esta nueva era se podría hablar ya de una nueva enfermedad que mucho me temo sobreviene a través de las tecnologías.
    Como siempre el papel de los educadores para canalizar el uso de toda herramienta es fundamental aunque no sé si suficiente ..

    Interesante Anna. Gracias y un abrazo.

  2. Elena Marqués

    Yo vi hace poco «Her» y me conmovió. Son esas mismas imágenes que describes, de la gente hablando «sola» (con sus dispositivos) por la calle, de millones de islas humanas deambulando entre los rascacielos, de casas perfectas habitadas por fantasmas. Pensar que eso pueda hacerse real, o que, de hecho, ya lo sea, pone los pelos de punta.
    Parece mentira que, en el progreso, palabra tan grande y esperanzadora, no todo sea positivo.

  3. Buenas noches amigos y amigas de Canal Literatura. Me ha sido imposible contestar antes.

    Gracias por dejar vuestra impronta en esta entrada. Desde luego que, a veces, entra tiricia al ver el panorama que nos rodea… Como bien decís: “…Millones de islas humanas deambulando entre los rascacielos, de casas perfectas habitadas por fantasmas…”.

    Sabéis, muchas me pregunto si andamos, a pasos agigantados, hacia las fantasías de Asimov. Va a resultar que era un visionario absoluto.

    Un besote, Anna Genovés

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