La acción de la novela transcurre a lo largo de una noche, y la relación espacio-tiempo en este caso es esencial. En cuanto al espacio, un narrador omnisciente nos presenta a los personajes y se mueve alrededor de ellos con total libertad. No los ha elegido de una forma consciente, sino que son más bien fruto de la casualidad y del capricho del ojo que todo lo ve. Respecto del tiempo, Murakami nos dibuja al inicio de cada capítulo un reloj que marca una hora exacta, y que le sirve para situar cada relato en un instante determinado y no en otro. Es la tiranía del tiempo aplicada a lo largo de una extensa noche. En este sentido, y como ocurre en otras novelas del autor japonés, lo más real deja de serlo y una vez más en los personajes está presente lo que los críticos denominan como el otro lado, un universo paralelo al mundo real que conocemos y que posee sus propias normas. El universo organizado de After Dark lo es sólo en apariencia, debajo de esta piel de normalidad, los personajes esconden historias oscuras que enfrentan la parte visible y la parte oscura de cada persona, como por ejemplo, la del ingeniero informático Shirakawa. Tampoco deja de ser chocante, que una de las protagonistas, Mari, prefiera permanecer en el más recóndito de los anonimatos, tapando su feminidad con una gorra calada hasta las orejas. Lo que nos lleva a pensar que ambos personajes representan un determinado arquetipo de personas de la sociedad actual, es decir, son una metáfora consciente del universo humano.
Otra metáfora cargada de gran simbolismo, viene representada también por el personaje de Mari. Ella es la soledad autoimpuesta, que no es otra cosa que un símbolo del miedo al rechazo y de falta de confianza. Personas inteligentes, hermosas y que en apariencia lo tienen todo, son incapaces de atravesar la barrera de su propia piel, de ese rico micro universo que se crean para sí mismos.
En cuanto al estilo de la narrativa, una vez más podemos disfrutar de una aparente sencillez, magistralmente ejecutada en los diálogos y en la construcción del retrato de cada personaje. Además, cabe destacar en cuanto a la forma de escribir de Murakami, la construcción de frases cortas separadas por puntos y seguido, que casi siempre destilan en la finalización de imágenes llenas de intensidad.
Como ya se apuntó con anterioridad, la historia transcurre a lo largo de una noche hasta poco antes del amanecer. La noche para Murakami posee ese poder de transgresión o de ensoñación que el día no tiene, lo que dota a sus personajes de unas actitudes y voluntades que no atesoran bajo la luz del sol. Este matiz es sin duda otra característica que nos quiere resaltar el autor como protagonista principal del otro lado, del mundo fantástico que rodea nuestras vidas y que muchas veces está más cercano del real de lo que a veces queremos admitir.
Al final, la llegada del amanecer restablece las desincronizaciones de la noche y todo reaparece como si nada hubiese ocurrido, aunque ese transcurso de tiempo haya servido para cambiar la vida de sus personajes y la oportunidad de iniciar una nueva historia.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel