Me gusta tu
cuerpo
maduro;
como una
fruta que ha
envejecido
entre mis dedos
-tus kilos
devorando los
años que
llevamos juntos-.
Me gusta que
ronques
(aunque no
me guste)
porque sé
que tu laringe
se colapsa con
la edad y
que no
podemos
evitarlo.
Y me gusta
arroparte si
te quedas
dormido después
de comer,
con el peso
de la vida en
tus pestañas y
de los cumpleaños
en tus canas.
Me gusta
vivir contigo,
aunque a
veces
no me guste;
sobre todo
cuando me
insinúas
que he ganado
peso,
que ronco
como un
hombre y
que siempre,
siempre,
siempre,
me duermo
antes de que
termine la
película.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
Blog de la autora