A. N. Yurkhela, autor de «Déjame entrar»
El autor canario comenzó a escribir siendo aún un niño, y hoy, todavía muy joven, ya puede presumir de escribir con soltura en un género tan complicado como es el terror. Desde luego, escuchándolo hablar, parece que llevase toda la vida recreando
«Me aterra sobremanera la página en blanco».
¿Qué es lo más difícil a la hora de construir una historia que dé miedo?
Lo más difícil es, para mí, empezar. Me aterra sobremanera enfrentarme a la página en blanco. Las primeras palabras de una obra son las más importantes, son las que hacen que el lector se anime a seguir leyendo o no, y eso es una gran responsabilidad.
Sin embargo, hay otras muchas cosas difíciles a la hora de escribir (si consigues pasar de las primeras líneas, claro). Está, por ejemplo, el tema de los personajes, que deben ser creíbles y consecuentes con sus propios ideales. Dotar a los personajes de humanidad es complicado, y más aún si quieres que el lector se refleje en ellos. Porque ahí está otro de los dilemas de escribir terror: que el lector se vea a sí mismo dentro de la historia. Si lo consigues, si logras que el lector se vea como alguno de los personajes, todo lo malo que le pase a esa entidad dentro del libro será como si le pasase al lector en la vida real. Y, si lo que le pasa es aterrador, ya has logrado acojonar a tu audiencia, que es el objetivo final de escribir este género.
Pero no conseguirás asustar a nadie si no creas el ambiente idóneo para ello. Ese es también un conflicto a tener en cuenta si quieres escribir terror: el ambiente. Tienen que ser escenarios enrarecidos, pero, al mismo tiempo, comprensibles para el lector, y eso lo consigues creando momentos horripilantes en lugares comunes, esos en los que ni en un millón de años creerías que podría pasar algo malo.
Pero no es tan sencillo, hace falta práctica para ello, y eso es algo que puedes ver fácilmente en alguien acostumbrado a escribir terror y alguien que apenas ha comenzado. Sin embargo, considero que soy bueno dotando de oscuridad el aire que impregna mis historias, es como si hubiera nacido con la capacidad para enrarecer los escenarios que crea mi cabeza, y me sale de manera natural.
Agradezco enormemente a la naturaleza el haberme dado ese talento, ya que sin él estaría perdido…
Tus comienzos en el mundo de la literatura fueron, siendo un niño pequeño, haciendo dibujos, si no me equivoco. ¿Continúas realizando ilustraciones?
Sí, la verdad es que comencé de manera cuanto menos curiosa en este mundillo. Empecé ilustrando los cuentos infantiles que escribía mi tía, y pronto descubrí que quería escribir mis propias historias.
Entonces era muy pequeño y no se me daba mal dibujar. De hecho, casi todo lo que tenga que ver con lo artístico se me da bien, aunque nunca he tenido la oportunidad de tener a alguien que me enseñara. Es como si naciera de alguna parte muy profunda en mí, es algo innato.
No suelo dibujar mucho a día de hoy, pero cuando lo hago me sorprendo a mí mismo. No he perdido esa capacidad artística que me caracterizaba de niño, y eso es algo maravilloso, es como si ese niño con sueños y una imaginación infinita aún viviera dentro de mí, dibujando monstruos y contando historias fantásticas, relatos que mi yo más adulto se empeña en cubrir de sombras.
Como escritor de terror, ¿es muy importante la portada para transmitirle al lector la esencia de un libro?
Tristemente, suele ser lo primero en lo que uno se fija para decidir si le gusta. Estamos acostumbrados, y con razón, a que todo nos entre por los ojos. Si algo no consigue llamar nuestra atención a través de lo visual, consideramos que no vale la pena emplear nuestro tiempo en indagar un poco más al respecto.
Solemos juzgar a un libro por su portada mucho antes de conocer su premisa, un error fatal que nos lleva a perdernos historias realmente increíbles. Pero eso es algo que no podemos evitar, somos seres impulsivos, y no hay nada que nos estimule más que una portada llamativa. Por eso, escoger una portada fue lo más complicado (más incluso que escribir las historias, podría decir) que recuerdo en la creación de mi primera obra.
Y tras muchas ideas eliminadas, creo que me he quedado con la mejor de todas. Sin lugar a dudas, puedo decir que la portada de mi antología Déjame entrar refleja muy bien lo que intento plasmar en mis escritos. Las manos que surgen de una puerta que se abre en la oscuridad te dan a entender claramente que lo que vas a encontrar dentro no es bonito, pero al mismo tiempo te invita a pasar, a conocer todos esos fantasmas que te llaman tras el umbral.
Ciertamente, creo que fue un gran acierto escoger esta portada y, cada vez que la veo, me hace estremecerme. Espero que sea lo mismo para aquellos que, sin conocerme, se topen con mi obra en alguna librería. Y espero aún más, que se atrevan a entrar en mi mundo de horrores…
¿Cuál de las historias de Déjame entrar es tu favorita?
Es difícil decantarse por una, todas tienen algo que las hace especiales y con las que me identifico. Recuerdo que, mientras las escribía, el relato «Max» fue el que más me gustó, por su gran cantidad de similitudes con mi vida y mi persona. Llegué incluso a verlo como autobiográfico, realmente me ayudó mucho a sacar pensamientos que guardaba muy profundo para mí solo, sentimientos que no compartía con nadie y que, por una vez, han visto la luz en forma de cuento.
Pero, por otro lado, me encanta también otro tipo de historias como «Mi amigo Clor», por su fuerte carga emocional, y «Salticidae», que es la que creo que me ha quedado mejor en cuanto a estructura, personajes, tempo, ambientación…
En definitiva, todas me encantan en mayor o menor medida, porque siento que todas ellas son parte de mí y es muy complicado escoger una como la favorita. Me basta con saber que he disfrutado creando cada una de ellas.
¿Cómo valoras la experiencia con Caligrama?
Como primer paso en mi carrera como escritor, considero que autopublicar con Caligrama fue un acierto. Tras muchas opciones valoradas, esta editorial fue la que, sin lugar a dudas, llamó más mi atención, y el trato desde que empecé con ellos hasta que el libro finalmente llegó a mis manos fue muy bueno. Además, al ser mi primera obra publicada, guardo recuerdos preciosos sobre el proceso, y eso es gracias al gran trabajo por parte del equipo de Caligrama por hacer que mi sueño adquiriera forma física.
Además, con la opción que me dan a través del Sello Talento para una posible publicación tradicional con otra editorial del grupo, es aliciente suficiente para seguir creando historias.
Al ser primerizo en esto de publicar, obviamente estaba perdido. No sabía en qué dirección avanzar, pero en Caligrama he encontrado un gran apoyo y estoy encantado con ellos en cuanto a publicar se refiere.
Sin embargo, para mis próximos proyectos, he decidido ir más allá. Soy una persona con aspiraciones y siempre he querido llegar más lejos de lo que he llegado hasta ahora, y es por ello que mi próximo objetivo son las editoriales tradicionales. Espero estar a la altura…
¿Qué importancia tienen las redes sociales a la hora de promocionarte, interactuar con los lectores?
Las redes sociales son, para mí, un gran portal que une a los creadores de historias con los lectores hambrientos de relatos. A través de ellas se pueden llegar a crear relaciones increíbles entre autores y lectores, y eso es algo maravilloso.
A mí, personalmente, me encanta interactuar con aquellos que leen mis historias, saber qué les ha gustado de ellas y qué no. Adoro que me hablen de los sentimientos que mis escritos han despertado en ellos, qué les ha dado más miedo. Es como ver que mi trabajo, pese a lo que yo había pensado en un principio, realmente llega a la gente y, mejor aún, es disfrutable.
Sin embargo, debo decir que en cuanto a publicar mi propia vida en redes, no soy tan bueno… Siempre he sido una persona reservada, nunca me ha gustado demasiado exponer mi vida y mis ideas al mundo, pero ahora considero que es algo necesario. La gente es morbosa por naturaleza, y necesita saber qué está haciendo su ídolo en cualquier momento del día, y, aunque yo no soy famoso, que digamos, soy consciente de que puede haber alguien al que de verdad le interese mi trabajo, y debo aparecer por ahí de vez en cuando, que me vean por internet haciendo lo que sea, como una forma de que no se olviden de que existo, tal vez… En parte, es como dar pequeños regalos a aquellos que siguen mi trabajo, para que no se cansen de mí entre novela y novela.
Bueno, aunque las redes tengan su lado bueno y su lado malo, no deja de ser una conexión entre los creadores y los consumidores, y me encanta interactuar con mi pequeño grupito de lectores. Espero que vaya creciendo con el paso del tiempo y seguir conociendo a más y más gente a la que le fascine lo que hago.
¿Con que historia de miedo (valen libros y películas) has disfrutado tanto como te gustaría que los lectores disfrutasen con Déjame entrar?
Diré un libro y una película, ya que me dan la opción.
Me gustaría que disfrutasen de mi obra casi tanto como yo he disfrutado leyendo la que es mi novela favorita de todas las que he llegado a leer: It, de Stephen King. Recuerdo que, pese a tener alrededor de mil quinientas páginas, me fascinó tanto que acabé devorando el libro casi sin darme cuenta. Ojalá alguien saboreara mis historias como yo engullí aquel descomunal tomo.
De la misma forma, me gustaría que mi obra pusiera en tensión a mis lectores tanto como a mí me puso tenso la película Midsommar, un increíble film que trata temas terroríficos a plena luz del día. Esta película no te da tregua, es un flujo constante de escenas en las que notas que algo no está bien, que en cualquier momento pueden ponerse las cosas muy mal para los protagonistas. Se crea una tensión tan profunda que te acompaña hasta el final, y ese sentimiento de incertidumbre es el que pretendo crear a través de mis propias narraciones.
En parte, creo que estas obras han influido de alguna manera en mí para engendrar mis propios fantasmas, aquellos que ahora esperan en las páginas de mis escritos a ser descubiertos por los incautos.
¿Te han hecho alguna vez una crítica, para bien o para mal, que aún lleves clavada en el corazón?
Me han hecho muchas críticas en este primer año como autor, y he de decir que, para mi sorpresa, todas son bastante positivas.
Sin embargo, hay una que guardo con mucho cariño. Y sé que seguiré acordándome de ella hasta mi último aliento. Esa crítica fue la primera que recibí, el informe que uno de los editores de Caligrama hizo tras valorar mi obra.
Recuerdo el día que me llegó un correo de la editorial. Corrí a ver el informe y, una vez comencé a leerlo, no pude más que llorar de alegría. ¡No podía creerlo! Había valorado mi obra como «excelente», y yo no podía estar más feliz por ello porque, por primera vez, alguien ajeno a mí decía que mi obra realmente valía la pena, y eso es para mí increíble.
Obviamente, había algunas cosas que pulir, pero prácticamente todo lo que ponía en aquel informe era positivo. Recuerdo que hasta me comparó con el que es mi mayor ídolo, Stephen King, y eso para mí es como si me comparan con Dios; y, aunque no pretendo ser como mis referentes, no pude evitar sentirme orgulloso de mi trabajo.
Gracias a este informe, conseguí el Sello Talento, un distintivo dentro de la editorial Caligrama para resaltar aquellas obras que consideran de gran calidad, todo un logro para ser mi primer paso dentro de ese mundo literario al que desde niño he querido pertenecer.