Empacho. Por Usue Mendaza

Empacho   El vencimiento de un año y el comienzo de otro, entre los  que dista el movimiento cuidado, eso sí, al milímetro, de una aguja, me supone, cuando menos, una sensación peculiar. Parecerían las mismas doce uvas, los mismos presentadores de la cadena pública, el mismo abrazo, la misma…

leer más

Benito Pérez Galdós. Por Usue Mendaza

En mi humilde, escueta pero entusiasta aproximación a la vida y obra de Benito Pérez Galdós, me encuentro con esta fascinante coincidencia entre el escritor y mi estancia, por motivos laboralmente obligados, en San Cristóbal de la Laguna (Isla de Tenerife), a saber: de su regreso de Salamanca, donde había…

leer más

Odiar, sanar, amar. Por Usue Mendaza

  Odiar, sanar, amar Los niños que no son tratados como tales nunca llegarán a ser hombres ni mujeres de BIEN con mayúsculas para nuestra Sociedad. Aquellos que han sufrido en su piel afecciones sobre todo psicológicas y afectivas en su infancia son mayormente susceptibles de crecer con un rencor …

leer más

El narcisismo. Por Usue Mendaza

El narcisismo   Procedía de una estirpe de pintores y era siempre una tradición singular regalar a las mujeres del clan familiar un retrato propio, aprovechando que la tan agraciada  genética heredada entre generaciones por las féminas de la familia, no iba ni mucho menos a perjudicar el bello resultado…

leer más

Orgullo y prejuicio II. Por Usue Mendaza

Orgullo y prejuicio II

El sentido me impedía preguntarle nada al respecto pero la dichosa sensibilidad me inducía pavorosamente hacia ese particular. Y me repetía a mí misma con una fuerza telúrica.  ¿Y por qué no me prestaba a ello? Quizá mi sensibilidad había ido in crescendo en esos días posteriores a nuestro programado encuentro, quizá el deseo interno de hacerme valer me salvaguardaría de encontrarme en la tesitura de recibir una respuesta negativa por su parte, aunque ésta viniera aderezada con una buena excusa y con el tacto que siempre nos debería  otorgar la madurez. Algo llamado inteligencia me urgía a quitarle hierro al asunto. Algo me recordaba que siempre se comprende una metáfora en la reducción de la misma, valiéndome de dos paralelismos, como cuando un cocinero reduce con la delicadeza que se le presume una salsa o como cuando el poeta quita lo accesorio e inútil de un poema hasta quedarse, en esencia, con el poema mismo. Así que decidida a deshacerme de los prejuicios y del orgullo que insistentemente me rondaban… reduje la cocción de dudas y miedos a una llana y directa pregunta: ¿Te apetecería venir a comer con nosotros? A lo que añadiría sin ningún tipo de atrezo: Me encantaría que vinieras.

Usue Mendaza

 

Orgullo y prejuicio I