El globo y la nube. Por Mar solana

Amarillo y Naranja miraban boquiabiertos e impotentes como su hermano, el globo Violeta, se alejaba cada vez más deprisa hasta convertirse en un puntito apenas visible sobre el fondo celeste. La claridad de un día de primeros de junio permitió ver cómo un firmamento cristalino lo engullía sin piedad. “¡Papi……

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SOLOVKY: Archipiélago infierno. Por Mar Solana

Punzantes y repetidos golpes en la puerta invadieron la quietud de la noche, fulminantes; dueños de todos los espacios, hendieron el fino velo que separa el sueño de la realidad… Llegaron a nuestra existencia como máquinas del infierno, a culatazos de fusil. “Aleksei Vasíliev Repin, enemigo del pueblo, desde ahora…

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EL Sillón de Don Matías. Por Mar Solana

Don Matías era comerciante de antigüedades. A él acudí en busca de un regalo de boda para mi amigo Ramón: ─Caballero, este no es un sillón orejero cualquiera, es el sillón de la sinceridad. Con él, su amigo podrá saber quiénes le aman verdaderamente y quiénes no ─exclamó don Matías,…

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La fila. Por Mar Solana

Al pasar por la calle principal y tras tomar mi café en el bar de costumbre, me fijé en un hecho realmente insólito. Una larga e interminable hilera de personas recorría la calle, daba la vuelta por la perpendicular y parecía no tener fin. Lo más raro de aquello no…

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Carta de amor. Por Mar Solana

SARAH                                                                                 Berlín, 18 de abril de 2008 Amada esposa: He prescindido del adjetivo posesivo “mi” pues nunca te sentí como una propiedad. Leí en mi pequeño y vetusto diccionario que el “mi” delante de otra palabra no expresa necesariamente posesión, sino cariño. Con todo, tengo mis razones para omitirlo….

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Amor empaquetado. Por Mar Solana

Acababan de disfrutar de un rato de sexo apasionado. Yacían uno al lado del otro, pletóricos de entusiasmo y de feromonas. Él fue a preparar café y ella siguió allí, decúbito supino y sin decir palabra; pasmada, con los ojos muy abiertos y fijos en un techo plagado de contraluces…

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No quedaban libros… Por Mar Solana

No quedaban libros, ni personas que los escribieran. Se quedaron atrapados en una inmensa maraña de megas, bits y redes. Lo llamaban internet. No quedaban libros. Los E-books los amontonaban en guetos antes de ser deportados para su exterminio. El sol ya no salía por la cantidad de humo que…

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