Lo paisaje clarea
y el crepitar de las llamas
se dispersa en humos
y allí, un sofocador diluvio de amargura
muestra la inhabitada residencia
de este oscuro tesoro de corazones.
Agónico nuestro aprecio,
vuela a sus propios confines…
A los pies, la escoria muerta
de esta incendiada sierra
pone la desolación ante los mares,
apagándola en olas mudas.
Sierra negra sin umbría
donde ayer todo fulgor fue;
flores confiadas a su fragancia;
piares de íntimas aves;
reptiles sinceros en sus caricias.
Aquí reside sólo desamparo
sin el eco de aquellos árboles poemas,
tal vez un zumbar de rencores…
Vuelva a lamer valles y cumbres
que cerne las cenizas del incendio
que devoró tan bella e inmensa amistad.
Alumbre bolas de vida en arcilla
-afecto, sinceridad, entusiasmo-
y las esparza por sus recovecos;
pedir que renazca la vida
con su orden de armonía y arpegios
y alzar las alas de águila paciente
hasta enterrar con picardía
nuestra carroña de resentimientos.
Que bonitas imágenes y que canto a la esperanza de renacer. Precioso poema.
Suerte compañero 🙂
Me gusta el tema y el sentimiento que hay en el poema. Muy genuino el estilo poético.
«Aquí reside sólo desamparo
sin el eco de aquellos árboles poemas»
«Lo paisaje clarea»: si es una forma de expresión local para decir «Los paisajes clarean», me ha gustado mucho que se inicie así el poema.
Hay sinceridad en estos versos.
Debemos volver los ojos a la naturaleza
y a nuestros pueblos…
Mario, mucha suerte. Un saludo.
Original en forma, intenso en fondo, me gusta.
Suerte!
Lo leí varias veces hasta que lo encontré hermoso. No debería pasar desapercibido
Bonito poema.
Suerte :))