Para escribir este poema
tuve que robar un instante
y cerrar los párpados sin miedo,
es decir, introducirme
en la propia sed
pegado al aire
y ver caer
templos y oscuridades.
Para escribir este poema,
ingenio de mí mismo,
batallo con la imposibilidad,
esa fragancia que lo envuelve todo,
y me rompo y no escucho mi llanto
mientras la tarde
continúa matando
cada una de sus partes.