Yo quiero seguir de Ágata el pasaje
que va de sus labios hasta sus labios,
emprender ese viaje
con la lengua y mis labios
y, como el viajero
que sigue su camino,
no distraer mis pasos del sendero
que sobre su cuerpo me imagino.
De su anatomía se harán dueños,
que ha de soñar todo el que ha nacido,
el fuego de mis sueños
sin pecado concebidos;
a menudo los anhelos
torpes y desmedidos,
son mejor atendidos por el cielo
que los deseos castos y comedidos.
De su boca resbalaré a su cuello
y mis labios rodarán por su pecho
(será ese trecho tan bello,
tan bello será ese trecho);
tentaré sus latidos
en el haz de mis manos
y con la ilusión que me ha traído
seguiré mi travesía por el llano.
Bajaré por tu vientre hasta tu ombligo,
mis manos correrán por tus costados…
Solo, pero contigo,
alegre desmesurado,
por lo suave y tupido
llegaré a mi destino,
no del todo despierto ni dormido
feliz de poner fin a mi camino.
La besaré como a una princesa,
se despertará si está dormida
su sonrisa de fresa;
su sangre encendida
con mi beso de amor,
con mi beso inflamado,
arderá en mi lengua con todo su ardor,
en mis labios ávidos de ti enamorados.