Líneas.
Barrotes que apuntalan
celdas comunes,
tapias que seguro
esconden algo pero qué,
segmentos de puertas y ventanas,
pantallas de televisores.
Infranqueables.
Cruces de calles, intersecciones de objetos
dibujan corredores ¿despejados?
por los que se pasean indolentes
turbas de miradas turbias.
Y las personas, qué es eso, las personas.
Otra vez calcos de una silueta
recortada quién sabe cuándo y para qué,
copias con bordes que no se acoplan
al modelo original pero cuál,
incrustadas
en las jaulas de una retícula
trazada con tinta indeleble
¿y por quién?
por ninguno.
Y por nadie nunca nada.
Y una sola idea firme, una sola línea
–tensada–
atraviesa
nuestras sombras, estiradas hasta
los márgenes blancos
que solo vistos por otros
quedan siempre muy lejanos.