34- Llueve. Por Charlot
- 4 octubre, 2012 -
- Finalistas del público, Relatos -
- Tags : 9 Certamen de Narrativa Breve 2012, Alzheimer, relatos
- 52 Comentarios
El cielo anunciaba lluvia, Cinta no cesaba de asomarse a través de la ventana corriendo con su mano izquierda las cortinas.
-Todavía no llueve, murmuró.
Graciela asintió con la cabeza, seguía sentada en su sillón aquel que sólo ella utilizaba. Dos mullidos cojines sobre su respaldo lo hacían más cómodo. Mientras ojeaba unas revistas sin llegar a leerlas, Cinta terminaba de recoger el salón después del desayuno.
-Estoy perdiendo la vista, replicó Graciela, Cinta podrías acercarme las otras gafas, las azules, son más de cerca que éstas.
Cinta refunfuñaba para sí, -vieja histérica-, tienen las gafas la misma graduación. En la cocina Cinta estaba terminando de limpiar la tostadora, los platos y vasos utilizados en el almuerzo cuando escuchó de nuevo la voz de Graciela:
-Mira a ver si llueve mujer, que estoy escuchando las gotas golpear la ventana.
Cinta repite una vez más la acción que diez minutos antes había realizado.
-No, todavía no ha empezado a llover, no ha podido escuchar nada.
-Yo diría que había escuchado el agua contra los cristales, bueno no tardará en llover.
Una vez terminada la cocina, Cinta se dirige al cuarto de Graciela para cambiarle las sábanas y hacerle la cama. A continuación al cuarto de baño, con los guantes de goma puestos para limpiar el inodoro cuando vuelve a escuchar una voz que la molesta.
-Cinta, ¿todavía no llueve?
Con un gesto de rabia se quita los guantes y los tiras contra el suelo. Vuelve por quinta vez a asomarse a la ventana. El cielo seguía igual, de color ceniza presagiando agua pero que no terminaba de producirse.
-Sí señora Graciela ya está empezando a llover, poco a poco, pero ya se notan las gotas golpeando el suelo.
-Ya lo decía yo, hoy llovería. Me quieres acercar a la ventana, quiero ver llover.
-Luego un poco más tarde, ahora llueve despacio apenas lo va a apreciar, cuando arrecie.
-No ahora, replica Graciela, quiero ver llover ahora.
-Cinta acerca a su señora en la silla de ruedas a la ventana y descorre la cortina para que la anciana contemple un cielo gris.
-Sí veo el agua, que ganas tenía de verla, golpeando la acera, la gente debería llevar paraguas, se van a poner empapados.
Graciela sufre Alzheimer desde hace más de dos años, apenas recuerda las acciones realizadas unas horas antes y como por arte de magia llega a su memoria nítidamente historias sepultadas por los años.
La enfermedad degenerativa que padece ha postrado a Graciela en un sillón, apenas se puede tener en pie. Dispone de una buena pensión para sufragar los gastos acaecidos por la enfermedad y los de su propio sustento.
Su lucidez transitoria confirma un pasado repleto de éxitos. Su mirada ausente, sus gestos descoordinados, sus manos temblorosas no retratan a la mujer que fue.
Cinta a veces se exaspera con la señora pero en otras muy al contrario la siente cercana, tierna, indefensa…
Cinta mira a Graciela mientras esta observa a través de la ventana, cree ver una lluvia inexistente, una tierra mojada que pretende oler.
– Señora, ¿quiere que le retire de la ventana?, le insinúa Cinta.
– No gracias, quiero ver llover.
Son más de cuarenta minutos los que lleva Graciela en la misma posición, dejando fluir sus recuerdos. Ahora sonríe.
“Hace veinticinco años conoció a Blas, en un día de lluvia. Salió del hospital después de haber tenido una guardia de localizada seguida de otra presente y se había quedado las dos jornadas enteras sin salir del ambulatorio.
Fue la primera uróloga en la facultad de medicina de Murcia. Consiguió después de su interinidad una plaza en el hospital Los Arcos. Tuvo que hacerse respetar por compañeros y enfermos hasta que su buena fama como médico acalló su sexo. Al poco tiempo de conseguir su plaza se casó con Anselmo Quiroga un respetado promotor inmobiliario y heredero de una importante constructora. Graciela antes de casarse hizo saber que no entraba en sus planes ser madre, sin embargo cedió con el paso del tiempo a un chantaje emocional de su marido y concibió dos hijos, Zacarías y Wenceslao. El cuidado de los niños influyó en un estancamiento profesional. Su prometedora carrera se vio frenada en seco por una dedicación impuesta a su familia. Las amenazas de su marido, la inseguridad en si misma y su intolerancia convirtieron los deseos de Graciela en sueños inalcanzables. Los niños pronto aprendieron de su padre, heredaron sus genes o por afinidad a un carácter autoritario que no entendía de obligaciones, sólo de derechos, siempre estuvieron de parte de Anselmo, un padre que compró su cariño desde muy niños con infinidad de regalos. Nunca un beso tierno, un te quiero, un abrazo seguro, sólo recibía de su familia reproches e indiferencia. No amanecía un día que Graciela no se sintiera como un objeto obsoleto en un pequeño escaparate. Sólo en su trabajo se sentía valorada, sólo en el hospital encontraba palabras amables y abrazos sinceros. Fueron varios los intentos por parte de Anselmo para que su mujer dejara el trabajo, pero en este aspecto ella fue inflexible, se puso en su contra, quizás fuese la única vez que lo hiciera.
Pronto dejaron de dormir juntos, una casa grande con espaciosas estancias disimulaba la falta de afecto. Cada uno hacía una vida donde el otro no tenía cabida, ella siempre fue discreta, su marido no lo fue tanto. Sus conquistas femeninas eran casi públicas, el disimulo de un principio se fue difuminando con los años, ella no le había sido infiel, su tiempo lo ocupaba un hospital en el que se volcó por completo. Graciela era consciente de los escarceos amorosos de su marido, no le importaba, dejó de amarlo hace demasiado tiempo.
Cuando salió del hospital estaba lloviendo, ella no llevaba paraguas. Con su pequeña chaqueta de piel intentó cubrirse la cabeza mientras localizaba un taxi. Entonces apareció Blas, estaba justo delante de ella bajo su sombrilla negra esperando un taxi, le ofreció cubrirse con ella, Graciela accedió. Tardó más de diez minutos en aparecer uno, el agua había conseguido que se solicitaran aún más sus servicios. Blas la miró y le dijo cortésmente:
-Señora, si lo desea lo podemos compartir, no sabemos lo que puede tardar otro en llegar.
-Graciela asintió con la cabeza.
Durante el trayecto su acompañante la observaba sin llegar a hablar. A los pocos minutos le ordenó al taxista que cambiara de recorrido, Graciela se quedó paralizada por unos instantes, no supo reaccionar.
– Me llamo Blas
– Graciela.
– Perdone, ¿tienes mucha prisa?
– No, no demasiada.
– Deja que le invite a un café.
Graciela no contestó, cayó su respuesta. El taxi paró frente al hotel Palace, Blas se bajó y abrió la puerta de Graciela para que esta descendiera del coche, abonó al taxista el importe de la carrera y se dirigieron hacia el hotel.
¡Veras que vistas más impresionantes se contemplan desde la terraza!, le susurró Blas.
Pidieron un capuchino y un cortado y comenzaron a conversar como si se conocieran de toda la vida. Se miraron una y otra vez enfrentando sus ojos.
La conversación dejaba entrever la conexión existente entre dos desconocidos. Graciela se dejó llevar, jamás se había sentido así, jamás su corazón se aceleró tanto. En pocos minutos Blas acarició sus manos, la besó. Las vistas eran impresionantes un cielo gris ceniza cubría la ciudad, se presentaba altivo, majestuoso, repleto de olores y colores. Pasado demasiado poco tiempo se levantaron de sus sillas, no dijeron nada. Blas se acercó a recepción y pidió la suite Sofía, una de las más elegantes. Ella no dijo nada. Sin llegar a hablar ella lo sabía todo de él, sabía que estaba casado, que viajaba a Murcia frecuentemente por negocios y que nunca más se volverían a ver. Aun así Graciela subió con él a la habitación. Se amaron durante horas, la suavidad y el trato exquisito de su amante llevaron a Graciela al cenit en más de una ocasión. Se sintió amada, deseada, se sintió después de demasiados años una mujer. Mientras hacían el amor Graciela escuchaba el agua de lluvia golpear los cristales, la calmó aquel susurro constante, desde ese instante la lluvia fue su mejor recuerdo. Se despidieron con un tierno beso en los labios, Graciela sabía que nunca más lo volvería a ver.
Cinta observa a su señora, parece dormida, la dejaré unos minutos más observando la lluvia, pensó. Después de más de una hora en esa posición Cinta se preocupa, ya que no ha oído a Graciela pedirle nada, ni tan siquiera quejarse.
– Señora, vamos, la voy a retirar ya de la ventana.
Cuando Cinta se acerca contempla a una mujer sonriente que ha dejado de respirar.
Voto por este relato
Mucha suerte
Voto por este relato
Entrañable y emotivo relato. Enhorabuena
Se lee bien aunque no hay un hilo conductor claro, se mezclan varias cosas simultaneamente. Coincido con los que apuntan que no es realista dividir a los personajes en muy buenos y muy malos,aunque hay que reconoceer que en unas horas de sexo (por lo que cuenta la historia, estupendo) poco malo puede encontrar en Blas, por tanto es lógico que su recuerdo sea sólo buenísimo.
Suerte Charlot, me ha gustado.
Amén.
Rulfo, suscribo cada una de las frases de tu comentario.
Es muy sencillo hacer un texto bonito, máxime con un tema que tanto nos llega al alma a algunos. Es muy sencillo unir palabras,y hacer que parezca interesante, incluso bello. Este relato consigue todo eso, nos llega al alma, y nos transmite una gran multitud de sensaciones. Gracias por esta belleza de historia.
La historia es tierna, pero creo que deberías haberla pulido un poco más. A todos las lluvia nos trae tantos recuerdos…
Suerte en el certamen.
Gran relato me ha conmovido, estremecedor.
Suerte
Sabias palabras, Bonsai. Nos gustaría conocer la opinión de Charlot. Sinceramente
Charlot:
Voy de aquí para allí leyendo y la gran cantidad de comentarios me ha hecho entrar para ver con qué me encontraba. Les comunicaste a tus amigos sobre tu publicación en Internet y eso no tiene nada de malo. Yo, por lo menos, lo he hecho en diversas ocasiones, pero mejor es dejar las opiniones de los amigos a un lado, ellos nos aman y quieren hacernos felices. Lo que realmente necesitamos tú y yo y creo que todo el que quiere escribir son las críticas y te diré que cuanto más feroces más se aprende. Qué no te duelan, aprovéchate de ellas, sácales todo su jugo. Unas las tomas otras no… Para escribir yo necesito trabajar mucho, es la única forma. Tienes ganas de narrar historias… sigue en ello.
Un abrazo.
La enfermedad del alzheimer desde que apareció se viene utilizando como una fuente inacabable de textos literarios. Además de comentarios médicos y periodísticos. A mi me ha parecido que está bien escrito, aunque, gramaticalmente, tenga algunos fallos subsanables con un simple repaso. ¿Que falta información?, pues dependerá para quien. ¿Qué es maniqueísta?, pues quizá lo poco que se cuenta relativo a los tres personajes del relato, lo parezca. Pero todo puede ser, aunque parezca extraño. Cada uno lo ve de una manera. Me quedo con el texto, Charlot.
Suerte
Un relato muy interesante, enhorabuena al escritor/a por su trabajo y dejarnos descubrir esta historia tan maravillosa.
Felicidades por tu trabajo y mucha suerte en el certamen.
Me atrae hasta tu relato, Charlot, el gran número de comentarios: enhorabuena, lo primero, por tener tantos amigos.
En cuanto al relato, comparto las críticas -todas ellas respetuosas y constructivas- más que los halagos, pero te aconsejo (y disculpa el atrevimiento) que no te molestes por ellas, ni permitas que te salgan defensores más propios de novela rancia que de concurso abierto a comentarios, sino que aprendas de ellas en todo lo que de bueno puedan aportarte.
Y, sobre todo, que no te desanimen. Sigue trabajando, aprendiendo, puliendo tus textos. Demuestras amor por las letras, y gusto por transmitir historias: esa es la mejor base… el resto es paciencia, voluntad y esfuerzo. Y aún así, tenemos por delante una meta difícilmente alcanzable.
Un saludo.
Juventud y vejez, amor y muerte. Y lluvia imaginada.
Con esas mimbres sólo se puede hacer un buen cesto.
Enhorabuena.
Muy bonito y triste.
Quiero agradecer al autor/a por escribir esta historia tan bonita, esta hecha con muy buen gusto , como mezcla el pasado y el presente, y la historia de amor de Blas con la protagonista es maravillosa.
Mucha suerte al autor/a
muy bonito.y romantico.deseando leer el siguiente que escribas.enhorabuena
Creo que en un relato casi lo de menos, a no ser que sea muy original, es lo que cuentas. Para mí es muy importante cómo lo cuentas y quizá en esta historia ha faltado un poco de corrección en algunos asuntos como el uso de comas y guiones de diálogos, pero para eso estamos aquí, para recibir críticas y comentarios (siempre desde el respeto), para mejorar y poco a poco escribir cada día mejor. Así que mucha suerte, Charlot.
Para E. Mendoza
Coincido contigo en el proceso degenerativo del Alzheimer: se mantienen más recuerdos (en general), cuanto más alejados estén del presente. Graciela no recuerda lo que ha ocurrido unas horas antes, mientras, a través de la lluvia, intenta recordar la única relación placentera que mantuvo con Blas.
Me temo, sin embargo, que es en lo poco que vamos a coincidir. Previsible no es sólo que leyendo la primera frase de un relato se pueda intuir el final. Previsible es también, que de cada párrafo, se pueda saber, casi con total seguridad, qué pasará en el siguiente. Tras muchas idas y venidas para conseguir ver algo de lluvia, a Graciela le fluyen los recuerdos y, entre ellos, aparece Blas, a quien conoció un día de lluvia. Y, en el siguiente párrafo, surge el promotor inmobiliario Anselmo Quiroga, el sinvergüenza más grande que nadie pueda imaginar. Y, cuando terminan de contarnos su desgraciada vida con él y sus hijos, vuelve a seguir con Blas, cuando le invita a taparse con su paraguas y acaban compartiendo el taxi y la cama. Yo, en mi anterior comentario, he hecho una mención a la película Los puentes de Madison y a otras más. Pero ha sido únicamente para expresar que eso, para mí, no era lo más importante. Para mí, lo más preocupante es la manera absolutamente maniqueísta de situar a los personajes. Uno un cabrón total y el otro, la bondad personificada. Eso es, a mi juicio, lo que hace tan sensiblero y falto de credibilidad al relato.
Sin embargo, creo adivinar el por qué Lovecraft y algún otro hacían el comentario. En la película Los puentes de Madison, casi desde los primeros fotogramas, se sabe que la mujer, hastiada de su vida conyugal (Meryl Streep), se enrollará con el fotógrafo del National Geographic (Clint Eastwood). Solo que aquí, aunque se intuya lo que puede venir, hay muchas cosas importantes que contar. En el transcurso de la película, se nos habla de simbolismos (el propio puente, que expresa la posibilidad de cruzarlo o no), transgresiones (dejar su vida matrimonial y su familia), confrontación con el peligro (huir con alguien a quien acaba de conocer)…, etc.etc.etc. Y todo eso es, a mi juicio, lo que conforma esa buena película. Pero ni ella es una zorra capaz de irse con el primero que aparece, ni él se dedica a ligar con la primera mujer que encuentra. Existe, simplemente, una cierta afinidad en lo que, por separado, cada uno de ellos busca.
Tienes razón en que el relato pasa de puntillas por la historia de amor en sí. Lo único que se cuenta, perdona que insista, es lo cabrón que es uno y lo bondadoso y merecedor de un ratito de sexo que es el otro (lo que yo llamo maniqueísmo imposible). Pero es que de su enfermedad, lo único que se dice es que la tiene, no sabemos cómo ha ido aislándose, cómo es el trato de la gente con quién convive, qué ha sido de sus hijos…. Y para eso ocupa un tercio del relato, entre idas y venidas para ver si llueve. Así que, en definitiva, ¿de qué se habla? ¿Qué se cuenta en la historia?
Lo siento E. Mendoza, pero es mi punto de vista, y siento que mi intromisión haya podido ser excesiva.
Aún con todos los desacuerdos, desearos suerte a tí y a Charlot
Hola E. Mendoza:
No coincido contigo en que el eje principal de la historia sea el Alzheimer, mucho menos porque los administradores lo hayan utilizado como palabra clave. Es obvio que lo han elegido como palabra clave del relato porque en él se nombra explícitamente a la enfermedad (lo mismo que también han elegido la palabra clave «relatos» porque éste forma parte de esa sección de esta web). De la misma manera que no creo que se pase de puntillas por la historia de ¿amor? con Blas. Verás, el relato contiene 1451 palabras, de las que 472 (o sea, casi un 33%) se dedican a contar dicha historia de amor (eso sin tener en cuenta que uno de los principales elementos directores de la acción, la lluvia, está relacionado con dicha historia al actuar como estímulo para activar los recuerdos de la protagonista). Por tanto, como ves, no creo que se pase de puntillas sobre la historia de amor; al menos tiene la misma importancia que las alusiones a la enfermedad neurológica. Dejemos esta parte en tablas, si te parece.
Un abrazo
Este relato, según mi parecer, trata la enfermedad del Alzheimer desde la perspectiva de conocer la enfermedad por recuerdos antiguos que, en esta ocasión, se hacen dueños de la situación por mediación de la lluvia. Es la protagonista la que quiere recordar y por ese motivo ansía que llueva. Me ha gustado porque el enfoque es distinto a todo lo que había leído referente a este tema. No estoy nada de acuerdo en la percepción de algunos lectores que dicen que es previsible y sensiblero, no se si su imaginación es mayor que la mía pero jamás pensé en el final y en la importancia que tiene la lluvia en el relato.
También lo han querido comparar con los Puentes de Madison, yo no encuentro similitud ya que el eje principal es el Alzheimer, tal como dejan puesto los administradores en el comienzo del relato, y no es la historia de amor en sí, porque el escritor/a pasa por ella de puntillas y no creo que sea de forma casual. No se el interés en cambiar el sentido que el escritor/a quiere dar a su relato. No hagas caso de eruditos y metafísicos poseedores de la verdad más absoluta.
Charlot, tu relato es bueno, enfocas la enfermedad desde otro punto de vista, nada lastimero pero si a su vez conmovedor. Sólo decirte que te doy la enhorabuena ya que tu relato es afable, fácil de leer y entender ( o eso creo yo) y sin embargo he aprendido de él, de tu forma de hacer lo sencillo bonito.
Parece que el tema del alzheimer da juego y tiene, aunque parezca contradictorio por lo terrible de la enfermedad, una legión de admiradores/as. Pero es que aquí, es todo tan previsible, que, con todos mis respetos para el autor o autora, avergüenza seguir adelante. No sé si son Los puentes de Madison, Pretty Women o el Corsario Negro, pero desborda maniqueísmo rancio: mujer fenomenal desposa promotor inmobiliario que posee todas las virtudes del mayor cabrón mundial (le chantajea emocionalmente para que acceda a tener hijos, después se los atrae con infinidad de regalos, es mujeriego sin ningún pudor, quiere que deje el trabajo porque ahí es donde ella se siente querida…). Y de postre, la pobre mujer acaba con alzheimer. La verdad Charlot, estoy seguro que en el Mundo hay suficiente basura como para llenar un par de continentes, pero me cuesta admitir que esté tan mal repartido y que a uno le toque todo y el otro se vaya de rositas. Creo, además, que debería revisarse todo el texto. Hay frases (muchísimas) que no se entienden por la ausencia de comas, por el intercambio incorrecto de tiempos, porque a veces no hay diferencia entre lo que dicen los protagonistas y el narrador, porque en las preguntas faltan los signos de interrogación…, etc.etc.etc.
Sirva a modo de ejemplo esta frase: “Graciela no contestó, cayó su respuesta”. No sé si se la calló para que Blas no se enterara, o es que se le cayó encima sin darse cuenta. Esto suele pasar con el corrector automático. Los correctores no están en conexión con el cerebro del usuario para saber lo que quiere decir en cada caso; ni siquiera cuando lo que se escribe puede tener más de un significado. Están en ello, pero todavía, que sepa yo, no se han inventado.
Ahora, al margen de ironías, Charlot, cada uno puede escribir como quiera y de lo que quiera. Y ver las cosas de manera empalagosa o amarga. Hay de todo. Yo, que actualmente escribo muy mal, empecé haciéndolo mucho peor. Pero lo que a mi, personalmente, me mosquea, es la receptividad que logran atraer. No me creo que haya tanta gente que no sepa de qué va esto.
Suerte en la vida
Meloso. Dramático. Previsible.
Creo que ya lo han sugerido más arriba: trata de explicar un tipo de situación amorosa muy similar a la que encontramos en Los Puentes de Madison, solo que en este caso creo que el exceso de candor de la escritora la traicionó y al final ha terminado relatando, en la segunda parte del texto, lo que vulgarmente se conoce como un «polvo rápido». Perdona por mi sinceridad, pero de otra manera no se explica el comportamiento del tal Blas, para nada un idealizado príncipe azul sino un auténtico sinvergüenza. Un encantador de serpientes que actúa con una habilidad sibilina y una rapidez propia de un consumado seductor para conseguir sus innobles propósitos, aprovechándose de la situación de debilidad de la protagonista. ¿Qué no se volverán a ver más? Por supuesto que no: este tipo de carroñeros planifican muy bien sus aventuras amorosas. Y abundan demasiado, por desgracia.
El tema del Alzheimer (secundario, creo yo, a tenor del conflicto que se plantea) y de la muerte súbita contribuyen a aumentar el tono lastimoso del relato, pero seguramente le otorgará algunos enteros más entre los lectores.
Deberías repasar la puntuación y los guionados de los diálogos. El texto mejoraría bastante.
Suerte en el certamen
Un relato precioso, sin duda los recuerdos es lo mejor que tenemos en muchas ocasiones.
Para Hoscar-wild: y de mi relató que… EL tiempo en Zaragoza bien…
Parece que el autor / autora está haciendo una buena campaña entre sus admiradores. Eso está bien y animo a los que entran a leer y comentar este relato a que se den una vuelta también por otros porque puede que se vean sorprendidos del nivel de muchos de ellos. Suerte.
Interesante historia. Llena de amor, sentimientos y olvido.
Un relato muy emotivo.
Me encanta este relato. Precioso. Es todo un placer poder leerlo. Conmovedor.
MUY BONITA HISTORIA..
Una bonita historia y aunque el tema de la demencia es triste este relato no es negativo. Graciela ya no es Graciela pero todavía es capaz de sentirse feliz con sus memorias, reviviendo los momentos más felices de su vida. Me ha gustado la relación entre Graciela y Cinta; me parece muy autentica. El romance con Blas me hace recordar la película ‘Los Puentes de Madison.
He preferido las partes del presente y el encuentro con Blas que los párafos que cuentan su historia.
suerte
Enhorabuena por tu trabajo!
Precioso relato con final impactante.
Es una bonita forma de irte. Me lo pido.
Quiero agradecer a toda la gente que me esta apoyando con sus comentarios, muchas gracias
Bonita historia me encanta!!!
Me ha gustado mucho. Es una historia muy emocionante y que habla de una enfermedad que me entristece muchísimo, el Alzeimer. Felicidades por este relato!!
Se repite el tema de los mayores.Se repite ese tipo de demencia en este certamen.Pero este relato es distinto porque no sólo resta dramatismo a esa enfermedad, sino que trata otro tema que es una fuente de conflictos cuando la mujer abandona su trabajo para cuidar de su familia en contra de su deseo.Hablamos de pérdidas y sobre todo cuando se trata de profesiones vocacionales.
Es también una preciosa historia de amor que hace se te ericen los vellos.Quizás nunca más lo volvió a ver pero le regaló su última sonrisa, el último aliento de su vida.
No pasará desapercibido al jurado este relato, estoy segura de ello.
Es precioso
Una bonita historia.
A veces solo quedan los recuerdos para seguir respirando. Buena historia.
ME ENCANTAA SUPER BONICOO!!!
es preciosa…….me a gustado mucho.
me a emocionado precioso
PRECIOSA Y REAL HISTORIA QUE NOS HACE ACERCARNOS MÁS A LAS PERSONAS QUE ESTAN PASANDO POR ESTA ENFERMEDAD….
POR DESGRACIA CONOZCO ALGO DE ELLA Y ME ENCANTA CON LA DELICADEZA Y DULZURA QUE ESTE/A ESCRITOR/A CUENTA LA HISTORIA…..
GRACIAS POR ESTAS LINEAS QUERIDO/A ESCRITOR/A…
ES FABULOSA…. DE CORAZÓN…
Una bonita historia de amor fugaz en la consumación e inmortal en el pensamiento de Graciela.Complicidad instantanea: ¿síntoma de amor verdadero?
Ágil en el uso de adjetivos en las descripciones y bien estructurado. Me gusta.
Relato genial, te tiene en vilo hasta el final. Muy enternecedor.
Es uno de los mejores relatos que he leído, entremezcla con elegancia los tiempos de la acción, el retroceso en el tiempo de una escena triste, perfectamente descrita. A otra escena y tiempo también triste, pero con un recuerdo vivido tan fresco que hace las dos escenas bonitas y perfectas. Fantástico.
Realmente precioso, me ha encogido el corazón
Entrañable relato, emotivo que no sensiblero. La lluvia se convierte en el mejor recuerdo de la protagonista, la unión de un pasado con un fatal presente. La enfermedad del Alzeimer está tratada con sutileza, me ha conmovido. En el diálogo hay una pequeña confusión con el tú y el usted que creo que se deberá a un error tipográfico. Relato que ha conseguido su propósito conmigo como lector/a, no dejar de leerlo, creerme la historia, sentirla y emocionarme. Un relato sencillo pero trabajado, me ha encantado. Felicidades al escritor/a por un trabajo bien hecho y por haberme hecho pasar un ratito entrañable. Muchísima suerte