233- La noche del eclipse de Mercurio. Por Perth
- 4 noviembre, 2012 -
- Relatos -
- Tags : 9 Certamen de Narrativa Breve 2012, eclipse, relatos
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Relato fuera de concurso por petición del autor.
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En aquellos tiempos soñaba con un mundo de cristal:
no lo soñé, lo vi, una indestructible
gélida primavera de cuarzo.
Italo Calvino
Pink Moon is on its way
And none of you stand so tall
Nick Drake
«Mamá… mamá…» La niña tiraba de las sábanas, descubriendo la piel de su madre. «Mamá…», «¿Qué pasa, María», abría apenas los párpados. María estática era una tierna silueta de niña recortada en la sombra del espejo del ropero. «¿Qué haces aquí? ¿No puedes dormir?», «Ven, mira…» La niña se adelantó por el pasillo oscuro arrastrando un gusano que llevaba consigo. La madre fue pisando descalza el rastro del insecto de peluche. El fondo del pasillo era un ámbito de luz cálida que salía del cuarto de su hija. Avanzó sin verla; se detuvo en el marco. María era una estatua sumergida en la estela luminosa. «Mamá, la luna rosa está en la ventana», dijeron sus diminutos labios, su rostro todo oreado por el brillo de un lejano cosmos. «Ha venido ahora. No sé si estaremos a la altura», anunció la niña rosa. «Claro que sí, no lo dudes, amor mío. Anda a la cama.» Al primer paso, la libélula morada salía de la caja dado, destapando el lado del seis. De pie se quedó, un ala azul, otra amarilla, dos alas como bosques, de nervio frondoso. Botaba una pelota de goma. En un segundo paso, dos tigres arlequín enredaban un alambre de espiral sobre un helado gigante, que parecía caerse y no. Tres: una guitarra con cara de gato se limpiaba las cuerdas en el gusano, que miraba en vertical con su único ojo y abría sus pulmones como dos brazos que buscan abrazar. Cuatro, cinco y seis: el pez amarillo silbando en la mesa, la luna rota exhibiendo sus perfiles musicales en un paso oblicuo sobre el globo del mundo. La llama del cielo atravesaba la habitación; la mujer sujetó del brazo a María, que no protestó. «Vuelve a la cama. Vamos, que duermo contigo.» La mujer estiró las sábanas, la niña rosa soltó el gusano, y durmieron abrazadas bajo el cielo del eclipse de Mercurio.
Curioso microrrelato, combinación entre cuento infantil, fábula y poema. Belleza e inocencia a partes iguales. Gustome.
Suerte para Perth
Perth:
Esos juguetes están más vivos que muchas personas.
Un abrazo.
Bonita forma de describir los juguetes del cuarto de la niña. Saludos y suerte.
No me extraña que la pobre criatura no pudiera dormir. Suerte.
Suerte a todos los participantes. Saludos.