228- ¿Sigo con ella o la dejo?. Por Eugenio Sanchos Vives
- 3 noviembre, 2012 -
- Relatos -
- Tags : 9 Certamen de Narrativa Breve 2012, ella, relatos
- 7 Comentarios
Cuando empecé a salir con ella estaba pasando una mala época, realmente necesitaba estar con alguien que me pudiera llegar a querer. Sabía que estando con ella conseguiría sentirme mejor, ya que, gracias a su cariño, afecto y atenciones, no perdería tanto tiempo pensando en mis problemas. Estos pasarían a un segundo plano. Además como debería mostrarme feliz y contento con ella, para conseguir que se enamorara de mi, podría, incluso, llegar a engañarme a mi mismo.
Empezar a pensar que soy feliz, y disfrutar hasta el punto de creérmelo, puede que sea la única forma de conseguirlo. Pero como todas las mentiras que me he intentado colar, esta acabo por derrumbarse.
No podía actuar de forma natural, y mostrarme tal cual, ya que siempre lo hacía a expensas de sus reacciones. Diciendo lo que ella quería escuchar en cada momento. Aceptando como buenas todas sus teorías, por absurdas que fueran. Riéndome de sus chistes sin gracia, cultivándome en sus gustos horribles, recibiendo regalos, cuanto menos curiosos, y sorprendentemente cada vez más bonitos.
¡Madre mía! Me había convertido, sin querer ni darme cuenta, en su pareja perfecta. Porque seamos serios, ¿que mujer no querría a un hombre que hace exactamente lo que siempre quiere? Una en su sano juicio, o eso suponía yo. Ya que nunca me había planteado cual era mi ideal de mujer. Solo esperaba que un día, y aquí he de reconocer que había caído, también sin querer ni darme cuenta, en el tópico del enamorado de Hollywood, encontraría al amor de mi vida.
Así, esperaba que cualquier día me cruzaría con alguien, y solo con verla o cruzar un par de palabras con ella, sabría sin lugar a dudas, que pasaríamos el resto de nuestra vida juntos. Y enamorados, que tiene más mérito. Lo cual me sirvió para darme cuenta que no era tan inteligente como creía.
Aunque un poco tarde, ya que estaba inmerso en una relación de pareja que iba para los tres años. Y no se si han intentado dejar a alguien, cuando está totalmente enamorado de ti, pero es un gran problema. Alguien con el que has pasado buenos momentos, y no tan buenos. Con quien has compartido toda clase de sentimientos, llegando incluso a rebelarle tus pensamientos más íntimos. Esos que has guardado dentro tanto tiempo. Esos que te muestran tal como eres, y que por eso mismo te hacen sentir tan frágil. Sabes, o mejor dicho crees, que cualquiera de ellos se puede volver en tu contra y llegar a destruirte.
Pero el error ya se había cometido, y sin quererlo o no, me encontraba en la decisión más difícil de mi vida.
¿Qué podía hacer? Si todavía creía que podría dejar a alguien y seguir siendo amigos. Así y todo, sabía de sobra que ella no aceptaría, ni de lejos, esa opción. Pero esperaba que si se lo creía, como se había creído todas las otras mentiras, al menos menguaría su dolor al saber que su relación perfecta no era más que otra de las mentiras de un asqueroso aprovechado.
Que esa es otra, como iba a decirle sin que llegara a odiarme, que la persona a la que tanto amaba y con la que había compartido los últimos tres años de su vida no existía. Que esa persona es otra de las invenciones que utilizo para hacerme la vida más fácil. Que solo la usé para conseguir tener una casa, comida y dinero para así poder huir de casa. ¡Como coño iba a hacer eso! Cuando sabía que la destruiría. Estaba claro que esa opción no era factible. No se quien dijo que la sinceridad es la clave para una relación de pareja, pero en esta se equivocaba de cabo a rabo.
Pero como iba a dejarla ahora que me había acostumbrado a dormir con ella, a su taco y a su boca. A esa sonrisa que conseguía iluminar toda la habitación, a sus ojos verdes y tan grandes que parecía que podrían atravesarte. A sus pechos turgentes, a esa manera tan grácil y sexy de moverse. Y es que el amor que desprende por la mañana es tanto que me hacía plantearme seguir un día mas con la farsa. Ya que de todas formas el mal ya estaba hecho, y un día más no iba a empeorar su reacción.
¡Maldita sea! Me había acostumbrado tanto a ella que podría seguir con esta vida hasta el final de la misma. ¿Y quien dice que no? La verdad es que no sentía nostalgia, ni mucho menos, de mi vida pasada, y tampoco se perdía nada la humanidad por dejar atrás los malos hábitos y los comentarios soeces.
Gracias a ella había aprendido a medir mis palabras, a pensar y tener paciencia, sobretodo, antes de actuar. Me había convertido en una persona sensata y responsable.
Ya no bebía hasta caer redondo, y el dinero no me quemaba en el bolsillo. Era capaz de ahorrar, negarme a aceptar retos absurdos, y ya no sentía ese estúpido resentimiento cuando las cosas no salían como yo esperaba. Todas estas cosas se suelen atribuir a la madurez, pero podía afirmar, sin miedo a equivocarme, que eran gracias a ella. Ahora lo puedo, y debo pensar con claridad.
Ya no puedo seguir escondido, ni escudándome en el tiempo. Debo tomar una decisión y ser consecuente con ella. Si estoy dispuesto a seguir con ella, debo ser sincero y contarle como empezó todo. Aunque no estoy del todo seguro que el hombre que dijo que había que ser sincero siga casado.
De todas formas eso ya forma parte del pasado, y lo que importa es el futuro que tenemos en común. Pero la idea de renunciar a encontrar otro amor, quien sabe sí más sincero, por miedo a perder este. ¿No me convierte en un cobarde? Solo con imaginar la posibilidad de encontrar ese amor soñado, soy capaz de reunir las fuerzas necesarias para afrontar la situación y dejarla. Pero la imaginación es volátil y no puedo renunciar al que pueda ser el amor de mi vida por perseguir un ideal tan absurdo como el amor verdadero. Tal vez lo que tengo es amor y estoy a punto de renunciar a él y perder lo que más me importa.
Creo que nunca voy a tener la certeza absoluta de si lo que siento es amor. Pero soy tan feliz que estoy dispuesto a arriesgar cualquier posibilidad que tenga de encontrar a otra mujer y otra forma de amar, ya que la que tengo me esta reportando granes momentos. Algunos inolvidables y tan románticos que no voy a estropearlos por nada.
Mi consejo: sigue con ella, pero no repitas tanto esa palabra (hasta 14 veces en un texto tan corto… no sé, no sé…)
Estaba tan meditabundo con las cavilaciones que tu relato me había provocado que olvidé aconsejarte que revisaras algunos signos de puntuación. Errare humanun est (si es que se dice «asina»)
Hola, Eugenio Sanchos Vives:
Este relato me huele casi a confidencia, a confesión de tus más íntimos sentimientos. Seguro que me equivoco. La clave está en una de tus frases: «un ideal tan absurdo como el amor verdadero». ¿Quién sabe lo que es el amor verdadero? Me da a mí que esto del amor verdadero es solo una entelequia con la que camuflamos las inseguridades que de forma inevitable nos surgen cuando establecemos cualquier relación de pareja. Y si no, que hablen todos aquellos que han roto una relación de años pensando que, ahora sí, habían encontrado el amor verdadero, para descubrirse a ellos mismos reconociendo que quizás todavía no lo han encontrado. Y así hasta el infinito.
Un relato para ponerse a reflexionar…
Suerte de aquí a febrero de 2013 (creo)
Vaya empanada mental del amigo. ¿Dejar a una mujer así con todas las virtudes que enumera para ver si encuentra el amor verdadero? Pero bueno, esta criatura vive en los mundos de Yupi. Sigue con ella, como todos. Suerte.
Un final muy cobarde,pero ¿real como la vida misma? Me ha gustado el vaivén sicológico del personaje. Suerte.
Por aquí pasó don Juan y se quedó estupefacto.
Rebélate y revélate ¡oh,caminante indeciso entres tus comos y cómos!¿Entre puntos imprecisos nos dejas tu mejor logro?
“Que la divina clemencia
del Señor para contigo
no requiere más testigo
que tu juicio y tu conciencia”
Gracias por tu optimismo.¡Änimo y mucha letra!
Desde mi punto de vista, este trabajo podría pulirse aún más. Lo que encuentro en él de verdaderamente sustancial es el estudio psicológio que se hace del protagonista. Su perfil como amante, como histrión del erotismo incluso, está perfectamente esbozado. Mucha suerte en el concurso, Eugenio.