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211- La maldición de la duda. Por La morisca

Me recuerdo malhablado, humillante y engreído, a ti sólo te recuerdo con aspecto de gitana. Yo galán de porte y nombre y tú sin ser nada de nada te acercaste a mí pidiendo para yo burlar tu desgracia y ofrecerte varias monedas a cambio de hacer la gracia. Te recuerdo quinceañera y con la cara muy sucia, un paño azul cubría tu pelo y los piecitos descalzos. Yo que por aquel entonces ya fui ministro de injusticias, me dio por burlar tu hambre y sobre el suelo que arde bajo el calor del verano me mantuve toda la tarde prometiendo moneda por baile.

Ya por fin llegó la noche y con ella mi osadía, al no sentirme complacido me negué a pagar mi deuda y mientras burlaba tu gracia por pensar que mis monedas te calmarían el hambre, me mantuve firme en mi porte de engreído y de tunante. Te espanté dando patadas y con algún golpe de mano, no sé bien si mi bravura lanzó la copa de vino. Te recuerdo sollozando y con los pies doloridos, me recuerdo blasfemando mientras sacaba la espada por si otra vez que te viera te daba tu merecido.

Ya por aquellos años en que fui creciendo a mi manera sentía ciertos reparos de tratar con los gitanos. Andaban siempre tan sucios y siempre teniendo hambre, se decía que eran ladrones y lo peor no era eso, alguien me contó de un trato que se tenían con el demonio, el cual velaba por ellos, si ellos dan algo a cambio.

Qué curioso que no pueda por mucho que ponga empeño en recordar tu sucia cara. Saliste huyendo de mí y recorriste la plaza. Yo casi por la mitad me cansé del zarandeo y te dejé correr de miedo, pensando que entenderías que no era plato de gusto reclamarle a un caballero.

 Volví a la misma terraza a brindar con mi bravura, convencido en que si algún día teníamos el disgusto de tropezarnos de nuevo, tú ya solo con verme temblarías de miedo.

Allí me estuve un buen rato, o quizás me estuviera horas, pues entre jarras de vino y las risas con los amigos la noche pudo conmigo. Bajé dando tanteos desde la plaza a mi casa, orgulloso de ser quien era y atolondrado por el vino cantaba viejas canciones por los amores vividos. Recuerdo como la noche cubría la empedrada calle, mientras por causa del vino acompañaba mis canciones con algún intento de baile. El tanto andar dando tanteos fue lo que provocó el mareo que dio de bruces contra el suelo de mi engalanado porte, golpeando en mi cabeza para dejarme de esa guisa y no sentirme tan hombre.

A causa del testarazo me sentí casi en pedazos y decidí quedarme en el suelo a pesar de darme cuenta de poder ser presa fácil. No sé cuánto tiempo estuve pues me sentía en una nube, note brotar la sangre por la herida de mi cabeza, también noté la falta de mi bravura y mi entereza. La noche cubría oscura para darte cobertura y acercarte a mí sin verte, yo apenas pude moverme y agarré fuerte mi espada por pensar que se acercaba algún ratero delincuente.

– ! No penséis que estoy vencido si habéis venido a robarme. Me da igual si es uno solo o sois cien los enemigos, para haceros con la bolsa luchad antes conmigo!

Yo intentaba con mis gritos espantar al enemigo, pero mi estado era funesto y apenas podía moverme. Lo intenté y seguí gritando, pero nada sucedía, sabía que había alguien, pues claramente lo oía.

– ! Decidme quién va o seré yo quien ataque, y si esto es una broma y quién concurre es amigo, que sepa que estoy dispuesto y puede ser que salga herido!

Seguí una y otra vez con las mismas amenazas, hasta que por fin y de la nada supe de quien se trataba.

– De nuevo vengo a cobrar mi deuda que tengo con vos caballero, haceos cargo, yo he cumplido, ahora os toca responder lo prometido.

– ¿Eres tú, niña gitana? ¿No te di ya tu merecido? ¡Marcha antes de que me enfades o no respondo del castigo!

No sé bien si me sentí más enfadado o más tranquilo por saber que mis fantasmas sólo eran tu presencia, sólo sé que te acercaste donde no pude alcanzarte para clavar hondo en mi alma tu mirada penetrante, esa que aún hoy me hace temblar desde el recuerdo, por el brillo que dio luz a aquella noche.

– Sed vos quien se haga cargo de lo que os digo caballero, yo mi parte la he cumplido, así que dadme mi dinero.

– ! Maldita cría, mil patadas que daré a tu cuerpo maloliente si no me dejas tranquilo!

Desde mi estampa en el suelo agité la espada con odio, a ver si así te marchabas en lo que yo me repongo, pero en vez de la espantada que yo me prometía tan solo te quedaste quieta y me continuaste mirando.

– ! Que te vayas te digo!

Yo me encontraba fatal y todo daba vueltas cuando mi destino cambió, por provocarte la ofensa. Agité fuerte mi espada, tanto que en una de éstas la hoja alcanzó tu blusa. Me sentía mareado y la situación era confusa, recuerdo como mi espada rasgaba tus vestiduras al tiempo en que tu mirada pasó de inocente a dura.

– ! Yo os maldigo arrogante caballero, sabed que os condeno al peor de los castigos, os digo que vuestra alma quedará maldita y hechizada!

Volví a sentirme ofendido y sin negar que algo asustado. Tu voz se volvió serena y tan solo seguiste hablando para aclarar la condena.

– Será a partir de mañana que vuestra alma condenada ha de sufrir el castigo, pues yo impongo la pena de andar solo a quien ofende de este modo. Sufriréis la desdicha de saber que vuestro lecho da cobijo al infortunio, pues quien comparta con vos la noche sólo encontrará la muerte. Ha de ser así, desde ahora y por siempre. ¡Quién duerma en vuestra cama pondrá fin a sus días falleciendo al día siguiente!

Juro que no recuerdo nada más de aquella noche, seguramente me desmayé y fue casi en la mañana que recobré la consciencia pensando que lo soñé.

Mantuve dos días serenos a base de cuidado y cama por culpa del testarazo. En cierto modo me sentía tranquilo y me propuse demostrarlo nada mas recuperarme, rondando por las tabernas del puerto hasta dar con la doncella que supiera conquistarme por no más de seis monedas. Después del amor barato y de pedir que se quedara, se fue por la mañana tan viva como viniera. Aquel sentir calmo y sereno se volvió a tornar en miedo bien pasada la mañana al sonar el alboroto y el jaleo que anunciaba los derrumbes de las tabernas del puerto. !La desgracia se cernía sobre las pobres muchachas que bajo techo dormían! Yo recordé tus palabras y aquel maldito castigo. Me quedé encerrado en casa, pensando que tal vez mi osadía fue la que causó la muerte con infortunio y desdicha de aquella pobre muchacha. Fue tal vez casualidad que la muerte de aquella doncella coincidiera con el día venidero a su estancia en mi lecho, o tal vez yo estoy maldito desde entonces por quedarme tu dinero.

Es por esa maldita duda que se cierne que jamás volví a mi vida, tan solo pensé en buscarte para quitarme del embrujo que maldecía mi alma. Pregunté en todas partes, por todas las esquinas, pero nadie sabía nada de la gitana quinceañera que andaba pidiendo monedas. ¿Existes de verdad o fue sólo mi locura quien me condenó a la soledad que va sembrando la duda?

Ha de ser ahora que no te temo pues apenas tengo vida cuando me atrevo a hablar de ti y de tu deuda maldita, largos años que he pasado por los amores perdidos sin atreverme a dar consuelo a quien me hubiera querido, largos años en que he sentido que me tragaba el amargo de endulzar pan con su miga, de tenerle miedo al amor, por si mi amor se moría. Yo que fui galán de porte recurrí a la cobardía y encerré todos mis días sin querer saber de nadie, los amigos me olvidaron y con el paso del tiempo el miedo quiso tan solo que fuéramos yo y tu recuerdo. Aquella cama vacía que me esperó cada noche aguardó siempre en silencio viéndome llorar de locura y tal vez de arrepentimiento. Pero yo que fui galán, tan tunante y engreído, me guardo mi último aliento para gritarte de rabia que no me creo el castigo y que sólo fue mi locura la que me dio el merecido. Guardo mi último aliento, no sea que se haga tarde para atreverme a hablar de ti y decirte que ya marcho, sin despedida ni abrigo, tan solo con tus monedas, las que me llevo conmigo.

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13 Comentarios a “211- La maldición de la duda. Por La morisca”

  1. Asesino de Morfeo dice:

    Te esperamos por la vieja bodega. ¡Fiesta!

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  2. Sol dice:

    Es como una bocanada de aire fresco que se agradece .
    Muy bueno.
    Te regalo todas las estrellas del firmamento y mi humilde voto

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  3. Hóskar-wild is back dice:

    Más que interesante ejercicio de estilo que se agradece. De gitanos es maldecir, ya sea en verso, ya sea en prosa; poca más puedo decir, comentarlo y a otra cosa. Suerte.

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  4. jazzmina dice:

    Muy bonito Morisca. Siempre digo que tengo que leer más poesía pero nunca encuentro tiempo. Yo no sé si esto es poesía o coplas como dice alguien por ahí. Pero a mi me ha encantado. Donde menos esperaba me he encontrado un texto con rimas y un tema muy interesante: el que la hace la paga. ¿O no, Morisca? Creo que no siempre.
    Enhorabuena y suerte

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  5. Fanny Prices dice:

    Nada hay mejor que un relato que transporte: a lejanas épocas, a sentimientos encontrados… ¡Me pido ser la gitana de cara sucia!, que el otro sufre mucho…
    Me ha gustado, sí, sí…

    Mil jazz!

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  6. Lovecraft dice:

    Hecho de menos aquí los comentarios de Don Juan Tenorio, ya que salido de la pluma de Zorrilla o Tirso de Molina parece este relato. Me descubro ante vuecelencia, La Morisca

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  7. Rulfo dice:

    Me ha gustado, aunque debo reconocer que no entiendo demasiado de poesía. Pero lo he leído con verdadero deleite. Yo poesía he leído poca. Con lo que más me he atrevido ha sido con algunos poemas de verso libre (Gil Biezma, Ángel González, Valente). No puedo, por tanto, valorar tu relato. Hay cosas en la poesía que, como suelo decir yo, no son lo que parecen, y pienso que hay que entender algo más para saber el significado. Por ejemplo, en tus coplas—así les llaman algunos—hay un momento, cercano al final, que parece que la muchacha ha muerto, y, sin embargo, en los párrafos siguientes, el protagonista sigue buscándola. Éstas cosas son las que, a mí particularmente, me desconciertan.
    De todas formas, insisto Morisca, se me ha hecho muy agradable de leer. Además, tiene una moraleja muy precisa. Y preciosa tu anteúltima frase (o copla o lo que sea): “Pero yo que fui galán, tan tunante y engreído, me guardo mi último aliento para gritarte de rabia que no me creo el castigo y que sólo fue mi locura la que me dio el merecido”.
    Enhorabuena y suerte en el certamen Morisca

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  8. Ramón dice:

    excelente, me ha gustado mucho! suerte en el certámen

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  9. El asesino de Morfeo dice:

    ¡Ese regusto a copla…cómo me gusta! y cómo me gusta la desaparición del trasfondo de niña sujeta a la mendicidad por mor de su raza…¡Que así sea!

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  10. Isótopo dice:

    Soberbio, querida Morisca. Increíble ejercicio formal, que no va en detrimento del contenido.
    Mucha suerte,
    Isótopo

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  11. Bonsái dice:

    Morisca:

    Me has sorprendido. No pensaba encontrar un romance en este certamen.

    Es un toque fresco que nos impulsa a seguir leyendo. Te lo agradezco.

    Haz caso a la participante que lo ha comentado antes que yo y ajusta un poquillo los versos.

    Buen trabajo.

    Un abrazo.

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  12. Dies Irae dice:

    Mi saludo a La morisca.

    Me has pintado una sonrisa en esta mañana triste. Ajusta un poco los versos: buen romance el que escribiste.

    Salud y suerte.

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  13. Peregrina dice:

    Buenísimo, me ha gustado el contenio yla forma. Me ha encantado el desarrollo y el desenlace.

    Morisca, es de relatos como estos de los que alguien como yo puede aprender.

    Enhorabuena y suerte

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