180- Jazz, swing, jazz. Por Fanny Prices
- 31 octubre, 2012 -
- Finalistas del certamen, Finalistas del público, Relatos -
- Tags : 9 Certamen de Narrativa Breve 2012, baile, relatos
- 80 Comentarios
No toquen esta pieza rápido.
Nunca debe tocarse rápido un ragtime.
SCOTT JOPLIN
Lustró los zapatos de baile con energía, estiró sus pulgares bajo los tirantes y dijo frente al espejo marcando mucho la ese final: jazz. No era guapo, no tenía los dientes blanquísimos, pero él era Johnny y nadie, nadie, entendía como él de swing. Eso bastaría para conquistar a la inalcanzable Susan. Repitió los pasos con la mejor de sus sonrisas: patada, salto, arrastro y giro. Jazz. Los zapatos nuevos eran fantásticos, el alza en uno de los tacones apenas marcaba su cojera. Los probó otra vez. Jazz, dijo, y levantó a lo conquistador varias veces las cejas. Esa noche iría al club, pediría una copa, tal vez dos, buscaría con la mirada a Susan y seguramente se quedaría prendado un instante por como a ella, en la pista de baile, no le hacía falta ningún foco para brillar. Porque Susan, Susan era una diosa: Rita, Marilyn, Audrey… Las tres, las tres en la misma partitura; por las ondas de su pelo, por la forma que el tul de la falda ebullía al compás de sus saltos, por cómo, al son de la orquesta, volaba elegante en cada giro. Y sus ojos, sus ojos inundaban de mar ese sótano en esa ciudad tan caótica y gris. Un mar azul, bamboleante, al ritmo del saxo, al ritmo del jazz. Tendría que hacer cola para llevarla hasta el centro, sí, ser más ávido que todos los dientes blanquísimos que con esos pasos impecables, cada noche, la zarandeaban en la pista. Pero eso no era swing. Ella aún no lo sabía. Y es que él era Johnny, no tenía la sonrisa perfecta, pero sí zapatos nuevos y nadie, nadie, sentía el swing como él. Jazz.
Se puso nervioso al llegar al club. Había más dientes que nunca merodeándola. Pidió un Manhattan, se sentó en un rincón y, sin perderla de vista, dejó que la música lo envolviera. Jazz. El piano del ragtime le dio la orden. Johnny se acercó, despacio, tratando de cojear lo menos posible, aunque los zapatos nuevos le empezaran a rozar el talón. Vamos, Johnny, se dijo, enséñale tu swing. Cuando estuvo frente a Susan, las manos, las manos le sudaban sin remedio. Se las limpió disimuladamente en el pantalón y dijo con voz trémula: ¿bailas? Susan lo miró de arriba abajo con el ceño fruncido, pero encogió los hombros y tomó la mano de Johnny para levantarse. Los focos, los focos los guiaron hasta la pista y las notas de la trompeta incrementaron el ritmo. Muy rápido, pensó Johnny. Susan empezó a saltar. Patada, salto, arrastro y giro. Más rápido, imploró a su pierna corta. Pero su patada, demasiado lenta, acabó en la espinilla de Susan. Saltó y la arrastró hasta que sus piernas se liaron en el giro y la diosa, la diosa acabó rodeada de tul en el suelo. La sonrisa más blanca del mundo la rescató, se la llevó con un swing perfecto, y Johnny, Johnny salió de la pista cojeando más que nunca. Jazz.
Pidió otra copa y, desde la oscuridad de su rincón, admiró lo que nunca podría tener. La orquesta dejó de tocar. Cinco minutos, anunciaron. Sentado, en silencio, Johnny se fijó en sus zapatos nuevos. Se aflojó un poco los cordones y dio un último trago sin dejar de mirarla. Entonces, el piano comenzó a llenar otra vez y muy lentamente su mundo. Johnny cerró los ojos. Se dejó ir. Sin poder evitarlo, su pie empezó a zapatear en el sitio al ritmo del saxofón y sus hombros, sus hombros a viajar por libre. ‹‹Somewhere beyond the sea, somewhere waiting for me…››, le dijo Frank. Jazz, le contestó Johnny, y buscó desde el sitio a Susan. ¡No!, se quejó, eso no es swing. No lo pensó dos veces, solo se descalzó y se dirigió al centro de la pista. Secuestró a Susan y sostuvo con determinación una de las manos de la diosa sobre su pecho. Ella trató de zafarse, pero Johnny, Johnny no se lo permitió. Estudió sus ojos. Sígueme, le dijo. Y sin separar los pies del suelo, comenzó a moverse de un lado a otro, al son, con el compás propio de una ola que desea elevarse desde lo más profundo del océano. Jazz. Susan, Susan se abandonó a su ritmo y Johnny, Johnny, ya encumbrado por la explosión de notas de todos los instrumentos, le susurró: tú eres swing. Luego, le dio un beso en la mano aprisionada, la soltó con suavidad y, rompiendo todas las normas del swing, salió de la pista con un relajado vaivén, al ritmo, siempre, siempre al ritmo, sin disimular ni un ápice su cojera y sintiendo, como no podía ser de otro modo después de ese swing, toda la fuerza del mar sobre su espalda. Jazz.
Mil jazz!!
Voto por este relato
Mucha suerte
Voto por este relato
Ahí te dejo todas mis estrellas, haz con ellas lo que quieras y sigue haciéndonos bailar.¡Jazz!
Hola, Fanny Prices:
enhorabuena por este relato cargado, y bien cargado, de swing.
Las descripciones del ambiente, de los gestos y de las sensaciones me parecen buenísimas. Fluyen como la música y hacen que te sientas dentro de esa sala de baile.
Y al final, ¿para qué intentar ser algo que no se es? Nunca funciona. Pero cuando uno se despoja de los artificios y, sencillamente, hace lo que siente sin censuras (o, lo que es lo mismo, se deja llevar por el swing), entonces transmite y consigue embravecer incluso al mar más calmado.
Solo apuntar, si me lo permites, que las intervenciones de los personajes (interiores o no) deberían ir entrecomilladas mejor que en cursiva.
Por lo demás, estrellas, Jazzzzzzz y ¡buena suerte! 🙂
Nairobi
Onni
Siento reconocer que he pasado bastantes veces de largo por su relato.Y por qué?.Porque bajaba la escalera y veía asombrada lo bien que bailan todos estos plumillas.De qué época son? porque yo sólo sé baílar el chiki chiki de chikilicuatre.
La verdad es que a mí las americanadas no es mi estilo, yo me tiro por el tango porque es mu » sensual» y de vez en cuando baílo lo de la mayonesa que también tiene su » meneíto».
Esto no será un certamen de la tercera edad? jejejej
La verdad es que no sabía qué decir porque estaba ya todo dicho.Aunque sinceramente yo prefiero tomarme un yintoni oyendo un saxo describiendo en el aire una nota musical, a medía luz y con mis medias de red ( maromo incluido a mi lao).
Estoy fascinada después de leer.
lamari
No entiendo casi nada de jazz, swing y todos esos bailes nocturnos (bueno esto lo supongo porque nunca he visto a nadie durante el día). Pero el texto me ha sonado bien. Manejas correctamente el léxico apropiado para este tipo de fantasías. Las frases cortas y una estructura muy cerrada alrededor de lo que deseas contar.
Felicidades Fanny Prices
Casi has hecho que empezara a danzar en medio del salón. Por lo que he podido leer, alguien que te conoce dice que llevas el ritmo en el alma. Pues empiezo a notarlo yo también. Aunque tendría que cambiarme de zapatos y de indumentaria. Muy bueno y apabullándonos con ese jazz que parece ser tu vida (¿o sólo la del prota?)
Enhorabuena
Jazz¡¡ baile , Jazz¡¡ uauu¡
Un poco más de humo en la atmósfera no hubiera venido mal. Se han cargado estos locales con la prohibición de fumar y no es lo mismo; no, no lo es. Gracias por llevarnos a ese lugar que debe de existir ‘… beyond the sea’ a golpe de saxofón y piano. Suerte.
Fanny Prices, he estado un rato «bailando» en la pista con Johnny y, como a él se me han suavizado los complejos.
En bueno, hace pensar.
Me vuelvo a pasar por aquí para dejarte mis estrellas. ¡Felicitaciones de nuevo!
Por supuesto que tienes mi voto y bien de estrellas.
Has conseguido que me ponga a bailar leyendo tu historia. Suerte.
Pero por supuesto que voto por este relato. No podría ser de otra manera. Saludos cordiales y mucha suerte, Fanny.
Fanny Prices:
Porque eres Jazz y me lo has hecho vivir…
Para ti mi voto con diez estrellas.
Un abrazo.
Voto por el ritmo de este relato.
Un beso
Por una vez me salto el orden cronológico en la lectura. Llegó la música y no supe resistirme.
Sólo escucho jazz, nunca lo bailo y sé que ya no podré hacerlo por respeto a Johnny.
El recurso de empezar una frase con la misma palabra que termina la anterior es todo un compás, Fanny. Y el relato es tan delicioso como mi última noche en la Recoleta.
Enhorabuena, Fanny » Rita, Marilyn, Audrey… Las tres, las tres en la misma partitura».
Fanny princes…
Qué puedo decirte…
Sé poco, muy poco de jazz, pero sé de ritmo, y tu historia lo tiene, mucho.
Lo que más me ha gustado es el protagonista y su imperfección. ¡Estoy harta de personajes perfectos!
Mucha suerte y enhorabuena
Fanny, creí haberlo comentado hace unos días pero por alguna rezón no encuentro mi comentario. De cualquier manera no me cuesta nada repetirlo… FELICIDADES así, con mayúscula. Tu relato no se olvida, , se le queda a uno en el alma, tu manera de escribir es envidiable y estarás, de seguro, en el cuadro de los ganadores.
¡Un gran abrazo!
Jolines, Johnny como poco está colorao con la acogida… Y tan, tan agradecido…
Fanny, en cambio, está desbordada y necesita sacar tiempo para leeros a tod@s, pero esta vida dura no no regala los minutos para lo importante. Aún así ya ha disfrutado con alguno de vosotr@s y promete robar minutos para aparecer en vuestras letras, porque, tanto Johnny como Fanny piensan que todas, todas tienen alma. Y nada hay mejor que eso.
Mil Jazz para tod@s
Me has hecho bailar, tienes alma de bailarin y ritmo en las venas. Me gusta.
Querida Fanny:
Opino que has realizado un trabajo impresionante, me encanta tu estilo. Es un relato que merece una mención especial en este concurso.
Que bueno es!
Un Abrazo.
La Morisca.
Cada vez que lo leo me gusta más. El ritmo de la lectura una pasada. Se siente una empatía brutal con el protagonista.Todos somos Johnny. Me encanta!
Me ha encantado!!!
Es precioso Fanny Prices. Necesitamos leer mas como este!
La historia engancha!!!
Buenísimo!!
Yo conozco a Fanny Prices y lleva el ritmo en el alma.
Preciosa historia de amor imposible (¿o no?) que me recordó en su planteamiento al Romance de Curro El Palmo, de Serrat, pero ambientado en el Cotton Club y con un final no tan trágico.
Suerte, Dream Lover
Excelente. Tiene swing. Gran jazz!!!
He leído, hace un tiempo ya, un excelente libro sobre jazz o era de blues? No importa, lo que sí importa es que tu relato me trajo muy buenos recuerdos.
Mis pies danzan solos y no los puedo detener!!!!
Besososo
Jajjajaja
¡Claro, Caos! En eso consiste esto, en salir a bailar a pesar de todo… ¿Quién puede resistirse a zapatear un beyond the sea del gran Bobby Darin? Yo no…
Muy bueno. Yo, que soy un trasto en la pista, además de fracasar en el primer intento como tu personaje, tras el segundo me llevaría a casa el tatuaje de una mano plana en mi sonrosada mejilla. Suerte
¡Por Dios, que bonito!…pero, nadie que sepa estirar los pulgares bajo los tirantes, como Johnny, puede no saber bailar. Y alguien como tu, que arrastra al lector a un planeta nocturno y le inyecta el Jazz en las venas, tiene que saber muchísimo de literatúra y de escribir. Lo dicho
¡¡¡¡Jazz!!!!
No, si me quejo es porque debieron dejarme -con el jazz puesto, eso sí- durmiendo un sueño feliz después de emborracharme con el ron de Sol.
Buenos días, Fanny. Nos conquistas de tres en tres. Sigue sonriendo, por favor.
Asesino de Morfeo, yo no soy más que un Johnny de la vida que, cojo, no sabe mucho de Jazz ni de literatura ni de escribir… Solo sabe de lo que siente y cada mañana sueña con conquistar a Susan (tú), aunque muy pocas veces lo consigue. Aún así, Johnny insiste, porque no quiere vivir sin ella, porque no sabe vivir sin ella. Porque Susan es su swing. Y, a veces, sin querer, sin saber cómo, un día consigue sostener su mirada un instante. Entonces, en ese momento, Johnny sabe que lo ha logrado, así que sonríe y dice: Jazz.
😉
Bonsái no se, yo de tirar el andador y de marcarme unos bailes. ¡No veas como suena el Jazz en mi gramófono!
Ira, ¿estás celosa? Tranquila mujer, el jazz es muy provocador.
Vaya, vaya. ¿De dónde vienen ustedes dos tan de mañana, juntos y tarareando ese jazz?
Vuelvo a aparecer porque hoy me he despertado, antes de las seis de la mañana, con Jazz en mi cerebro… ¡BRAVO!
Te has quedado conmigo. Otro vago-a, como yo pero con talento….Di que si,¡a la mierda las explicaciones!
¡¡¡Jazz!!!
Desayuno con tu relato y me voy al trabajo tarareando un jazz.
GRACIAS!!!
“tú eres swing”. “Jazz”….
Muy bueno, un zarpazo de alegría y ritmo.
Un abrazo.
Dies Irae:
¡¡¡¡Jazz!!!!
😉
Sincolase, Hombre sin abrigo, El asesino de morfeo:
¡¡¡¡Jazz!!!!
Jazz, Fanny Prices.
Que no se le suba a la cabeza: he escuchado jazz en mi cabeza tres veces leyendo: con Cortázar, con Cabrera Infante y hoy.
Enhorabuena.
Puro swing. Puro jazz. No puedo creelo..¡oía la música y mi alma baílaba a tu ritmo!
Creo que es uno de los tres relatos que más me han gustado.
Fanny Prices, eres grande.
Me he divertido de lo lindo con este relato. Mucha suerte, Fanny Prices.
¡Que bueno!