VIII Certamen de Narrativa Breve 2011

37- Trágica coincidencia. Por Gedeón

La cuchillada le partió el corazón, antes que su cara y torso chocaran contra la mesa Ernesto había muerto. Alfredo tiró el cuchillo al suelo, se sentó y siguió tomando su cerveza como si nada hubiera pasado.

Los camareros y clientes que se encontraban en el bar no podían comprender qué había podido ocurrir para que una conversación entre dos personas que parecían amigos terminara de forma tan dramática. Sólo habían consumido un par de cervezas por lo que descartaban que el asesinato se cometiera por efectos del alcohol, no se habían proferido insultos, ni siquiera había existido una subida de tono en la conversación que hiciera presagiar tan fatal desenlace y así se lo contaron a la policía cuando ésta hizo acto de presencia y detuvieron a Alfredo.

¿Por qué Alfredo mató a Ernesto? Para saberlo tenemos que retroceder media hora en el tiempo cuando ambos se encontraron casualmente después de quince años sin verse.

-¿Ernesto?

-¡Joder Alfredo, cuánto tiempo sin verte!

-Casi no te conocí, hace por lo menos quince años que no te veía.

-Desde que cerraron la fábrica de componentes electrónicos y nos pusieron de  patitas en la calle    

-Si no tienes prisa que te parece si tomamos una cerveza y charlamos un rato, aún dispongo de tiempo y me gustaría aprovecharlo para saber de ti.

-Me encaminaba a una cita importante con otra persona pero ¡qué puñetas! después de tanto tiempo no puedo negarme a echar un rato contigo. Tomemos una cerveza, dos o  tres, las que sean necesarias.

Entraron en un bar cercano, se acomodaron en una mesa y pidieron dos cervezas y unos pinchos.

-Quién  me  iba  a  decir  que después de tantos años sin vernos nos volveríamos a encontrar por casualidad.¡Cuánto me alegro Alfredo! Pero, cuéntame qué es de tu vida. ¿En qué trabajas? ¿Te casaste? ¿Tienes hijos?

-Después del cierre de la fábrica, con el dinero de la indemnización, monté un pequeño negocio de componentes mecánicos con el que voy tirando, más mal que bien, dada la situación general de crisis que estamos padeciendo. Me casé y tengo un hijo adorable, Fran que es mi mayor alegría que cumplirá diez años el mes que  viene. Suelo salir muy poco, sabes que mantener un negocio requiere mucho sacrificio y tener poco tiempo para uno mismo, quizás sea el motivo por el que durante todos estos años no nos hayamos encontrado.

-Tú siempre tan serio y responsable Alfredo, seguro que  no has cambiado y llevas todos estos

años del trabajo a casa y de casa al trabajo sin darte un respiro, sin salir ni una sola vez de parranda, sin buscar otras fuentes donde beber, ya me entiendes.

-Al parecer quién no ha cambiado nada eres tú Ernesto, siempre fuiste un calavera y veo que el tiempo transcurrido no ha hecho mella alguna en tu manera de pensar. Cuéntame, yo también siento curiosidad por saber cómo te va la vida.

-No es extraño que no nos hayamos visto antes, después del cierre de la fábrica me fui a  Barcelona donde entré a trabajar en una multinacional de las comunicaciones,  ahora llevo un año en Madrid donde la empresa ha abierto una sucursal de la que soy subdirector. Aunque te sorprenda yo también me he casado y por dos veces, tengo un hijo de cada matrimonio, Ernesto de trece y Susi de ocho años. Tampoco yo tengo motivos para quejarme por el modo en que la vida me ha tratado hasta ahora.

-Supongo que seguirás siendo tan mujeriego como antes, recuerdo que donde había una falda ahí estabas tú, siempre terminabas ligándote a las mejores mientras los demás nos quedábamos a verlas venir.

-Se  hace lo  que  se puede Alfredo, a pesar que voy cumpliendo años aun sigo en la brecha. Tú sabes que las mujeres siempre han sido mi debilidad, las seduzco con cierta facilidad y nunca me han faltado otros lechos donde yacer. Ahora, sin ir más lejos, estoy liado con una mujer casada que es puro fuego, una hembra de armas tomar, te juro que nunca en mi vida me había tropezado con una mujer tan necesitada e insaciable, comenzamos nuestra relación hace seis meses con citas esporádicas en hoteles pero últimamente nos vemos a diario en su propia casa. El cornudo de su marido no consigue complacerla, al parecer tiene problemas de impotencia, ella ha encontrado en mí el hombre que necesita y yo, ya me conoces, me dejo querer. En confianza te diré que cuando nos hemos encontrado me dirigía a hacerle mi visita diaria ya que vive muy cerca de aquí, en el número 11 de la calle Almanzor, pero hoy se quedará esperando, volver a estar con un amigo como tú lo merece.

Durante su traslado en el coche policial Alfredo parecía tranquilo pero hablaba sin parar consigo mismo.

-Maldita seas mujer, sólo te ha preocupado tu satisfacción sexual sin importarte nada más ¿cómo has podido hacerme esto?. Lo sospechaba pero me negaba a creerlo, ahora sé que me engañabas desde hace seis meses cuando comenzó mi problema de disfunción y tuve un par de gatillazos ¡No te preocupes cariño, no pasa nada! ¡Tranquilízate mi amor, esto es pasajero! ¡Tómate un descanso mi vida, es el estrés por culpa del trabajo! ¡Deberías consultar a un especialista, seguro que tiene fácil arreglo! Cuántas mentiras, cuánta falsedad continuada, ahora sé el verdadero motivo por el que evitabas mantener relaciones sexuales conmigo, no me necesitabas porque las mantenías a diario con el mujeriego de Ernesto pero la casualidad me ha permitido confirmar mis sospechas sobre tu infidelidad y he acabado con la vida de tu amante que ya no volverá a beneficiarse contigo ni con ninguna otra. Doce años de vida en común, todo ese tiempo entregado al trabajo para poder proporcionarte una vida desahogada, un hijo al que adoro, nada de eso te ha importado engañándome miserablemente, intentando hacerme creer que me querías, que eras feliz junto a mí y nuestro hijo. Ya no podrás seguir engañándome, he descubierto todas tus mentiras y sólo deseo poder decirte a la cara cuánto te desprecio, contarte cómo acabé con la vida de Ernesto y que, si tuviera oportunidad, acabaría también con la tuya.

Una vez  en  la comisaría, tras  su  identificación y negarse a declarar, Alfredo fue conducido a los calabozos en  espera de su comparecencia ante el juez. Mientras recorría los pasillos, escoltado por dos policías, escuchaba a éstos hablar entre sí.

-Acabo de entrar de turno Pablo ¿Por qué está detenido éste?

-Ha matado de una cuchillada a otro hombre, hasta ahora no sabemos los motivos ya que se ha negado a declarar, supongo que cuando comparezca mañana ante el juez nos enteraremos, pero los testigos presenciales le han señalado como autor de la muerte,. Éste es el segundo que hoy ha matado a otra persona, en los calabozos tenemos al otro que hemos detenido esta mañana por estrangular a su mujer aunque ése sí prestó declaración y se declaró culpable. Por su propia confesión sabemos que la mató en medio de una fuerte discusión cuando ella le recriminó su falta de virilidad y le confesó que desde hacía seis meses mantenía relaciones sexuales con otro hombre incluso en su propia casa. Lo curioso es que los dos detenidos viven en el mismo edificio, éste en el 1º A y el otro en el 3º C. Aunque nadie cree que los dos asesinatos tengan relación entre sí no deja de ser una trágica coincidencia.

Una vez en la soledad de la celda, Alfredo se derrumbó lamentándose.

¿Qué males había cometido en su vida para que el destino le hiciera semejante jugarreta? Por una maldita coincidencia y en un fatídico instante había tirado por la borda toda una vida ejemplar dedicada al trabajo y a su familia, dejaría de ver crecer a su adorado hijo, perdería a la mujer que de verdad le amaba y de la que había desconfiado obsesivamente hasta el punto de matar a una persona que, además, era un amigo.

A la mañana siguiente, cuando los policías llegaron a su celda para trasladarlo al juzgado, lo encontraron ahorcado con una sábana.

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