25- Cuando la niebla te envuelve. Por Capitán Wentworth
- 8 junio, 2011 -
- Finalistas del Jurado, Relatos -
- Tags :
- 53 Comentarios
A pesar de saber que algo no iba bien desde hacía tiempo, el diagnóstico fue como recibir un martillazo entre los ojos.
¡No puede ser! ¡Alguien tiene que haberse equivocado!, recuerdo que le grité al doctor, aunque era a mi mujer a quien miraba –su rostro, un espejo de mi pánico–. ¡Sólo tiene treinta y ocho años!
***
–¿Cómo quieres que te peine hoy, Paula? ¿Prefieres una coleta, un lazo a un lado…?
Unos meses atrás, sentado en la bañera, observaba como Ana terminaba de arreglar a nuestra hija. Era el primer día de colegio y la niña estaba preciosa con el pichi y el polo blanco del uniforme. A sus pies reposaba una mochila reluciente, casi tan grande como ella. Mi mujer pasaba un cepillo por su pelo mientras Paula, subida a un pequeño escalón de plástico, no paraba quieta; se ponía de puntillas y movía la cabeza a uno y otro lado, tratando de captar una visión completa de su imagen.
–Dos trenzas, mamá, como las de ayer.
Ana trazó una línea blanca en su cabello, separando su melena en dos con un peine. Agarró una mitad y la dividió de nuevo para trenzarla. Lo intentó una vez, dos… Volvió a probar, pero sus dedos se negaron a realizar esa sencilla tarea y los mechones resbalaron flácidos entre ellos.
–Bueno, Paula –me lanzó una mirada nerviosa, a ver si me había dado cuenta–, mejor te hago dos coletas, que hoy estoy un poco torpe.
Con rapidez acabó de peinarla, y Paula permaneció un rato contemplando su reflejo, encantada.
***
Sábado.
Tirados cada uno en un sillón, yo zapeaba perezosamente. Hacía varias semanas que ya no dábamos nuestro paseo habitual por la Casa de Campo, Ana se quejaba de que estaba agotada, de que no daba abasto. En cuanto tenía una oportunidad, se tumbaba en el primer sillón que encontraba y ponía los pies en alto.
–¿Has decidido por fin qué vestido te pondrás?
Ensimismada en sus pensamientos, tardó un rato en responderme.
–¿Vestido? No me voy a cambiar para ir al cine.
–¿Es una broma, no? Hoy es la boda de tu prima.
Su expresión era de absoluto desconcierto y de algo más que no supe identificar: ¿angustia, temor?
–No puedo creer que lo hayas olvidado.
–¡No seas tonto! –respondió irritada–. Por supuesto que me acuerdo; es sólo que estaba pensando en otra cosa.
***
Nos íbamos a la sierra.
Ana dijo que bajaba un momento al trastero a coger unos juguetes para Paula. Media hora después todavía no había vuelto. Cuando fui a buscarla, la encontré delante de una estantería, incapaz de decidir entre unos patines o una raqueta.
***
–Vamos mamá, juega conmigo. Tila quiere jugar también –gritó Paula restregando su ajada muñeca de trapo contra su hombro.
–No, Pau, de verdad que no puedo. Estoy muy cansada. Hoy no he parado en todo el día.
–Vamos, mamá, venga…
–¡He dicho que no! –gritó furiosa dando un manotazo a Tila y lanzándola por los aires–. ¡¿No puedes dejarme en paz ni un minuto?!
Paula se quedó quieta, los ojos muy abiertos, mientras sus labios temblaban en un puchero. Al fin se dio la vuelta y, tras recoger su muñeca del suelo, escapó corriendo de la habitación. Ana salió tras ella, la apretó con fuerza entre sus brazos y suplicó:
–Perdóname, mi vida, perdóname…
***
–¿Se puede saber dónde has estado? –me preguntó nada más llegar, los brazos en jarras, el ceño fruncido, su pie golpeando el suelo como un taladro.
–¿Dónde va a ser?, ganando ese pan que vosotras os coméis hasta la última miga –respondí intentando ser gracioso.
–¡Mentira! –chilló arrojando su móvil contra el suelo, donde se desintegró en una lluvia de piezas metálicas–. Te he llamado varias veces a tu despacho y nadie contestó.
–Ana, por favor, no podemos seguir así. ¿Qué tienes? Mírame –supliqué agarrándola de los brazos y clavando mis pupilas en las suyas–, ¿qué te ocurre?
Parecía perdida, como si saliera de un trance. Una lágrima solitaria rodó lenta por su mejilla. Se arrojó contra mi pecho, mientras del suyo brotaban unos sollozos secos, que dolían.
–No sé qué me está pasando, Manu… abrázame. Estoy muy asustada…
***
Tras salir de la consulta del médico, conduje en silencio todo el camino hasta casa. Ana, sentada a mi lado, no paraba de retorcer entre sus dedos el pañuelo rosa que llevaba al cuello. Un peso me oprimía los pulmones y me impedía respirar con normalidad; cada bocanada de aire se me clavaba en el pecho como un hierro incandescente.
***
–No lo entiendo, Manu. Mi abuelo murió con ochenta y cinco años y todavía era capaz de dar una lección magistral de filosofía a todo aquel que quisiera escucharlo. La abuela Fina cocinaba, planchaba y a sus noventa años seguía escribiendo poesía. No recuerdo ningún caso en la familia.
Tumbados en la cama tras hacer el amor, la sostenía apretada contra mí como si quisiera fundirla con mi piel. Llevábamos juntos desde que tenía memoria y no concebía la vida sin ella.
–No tengas miedo, mi amor, lo superaremos. No llores, yo siempre estaré a tu lado.
Pero era yo el que lloraba y mis lágrimas empapaban su pelo.
***
–¿Por qué ahora me vistes siempre tú? –preguntó Paula mientras yo terminaba de enrollar la goma en su segunda coleta, con una habilidad que no hubiera sospechado unos meses atrás.
–¿Acaso no te gusta cómo te peino? El famoso Rupert no tiene nada que hacer mi lado. Oui, Madam?
Paula esbozó una sonrisa, pero no conseguí desviar su atención del asunto que le preocupaba.
–Papá, ¿rezar sirve?… Rezo por mamá todas las noches, pero creo que no funciona.
***
El restaurante estaba lleno de gente.
Me dije que quizá no había sido buena idea venir…; aunque, según ese pensamiento tomaba forma, Ana sonrió y desapareció de sus ojos y de su cuerpo cualquier vestigio de inquietud. Toda la noche estuvo riendo y conversando animada con esa luz, tan suya, que parecía iluminarla desde el interior. Yo la contemplaba embelesado. No, no había sido una mala idea, al fin y al cabo Carmen y Juan eran amigos nuestros desde siempre.
Ocurrió antes de que nos trajeran el postre. De repente, mi mujer se levantó arrastrando la silla, dio un golpe seco sobre la mesa que derramó el vino de su copa y gritó:
–¡Estoy hasta los cojones de vuestra hipocresía, sobre todo de la tuya, Carmen! ¡Reconócelo de una vez: diles a todos estos cabrones que llevas años tirándote a mi marido!
El silencio retumbó en el restaurante. Los segundos se estiraron como un chicle pegajoso hasta que conseguí reaccionar.
–Ana –susurré–, tranquila, mi amor.
Volvió la cabeza hacia mí como una niña que teme ser castigada. Me levanté, la agarré de la cintura con suavidad y salimos del restaurante perseguidos por el regocijo y la lástima del resto de los comensales.
–¡Manu, ayúdame! Lo siento tanto…
La besé en el pelo sin soltarla en ningún momento. Ya en casa, la ayudé a desvestirse, le puse el camisón, la metí en la cama y coloqué las sábanas como a ella le gustaba, subidas hasta la barbilla. Se durmió enseguida. Un borrador invisible se deslizó por su rostro y sus facciones recuperaron la calma de la que ya sólo disfrutaban durante el sueño. Con el dorso de mi mano rocé su mejilla, deseando que mi caricia fuera capaz de transmitir todo el amor que sentía por ella. Me senté en el suelo, a un lado de la cama, rodeando mis piernas con los brazos. Apoyé la frente sobre las rodillas y permanecí despierto, velando su sueño durante horas.
***
Un ruido sordo me despertó.
Toqué el colchón a mi lado; estaba frío. Me levanté de un salto, las sábanas volaron al otro extremo de la cama. Corrí por el pasillo y llegué justo cuando Ana estaba a punto de salir de casa. Cerré la puerta de golpe y di dos vueltas a la llave en la cerradura. Sólo llevaba puesto un camisón corto y estaba descalza. Despacio, para no asustarla, la tomé de la mano. Estaba helada. Entonces la cogí en brazos y regresé con ella al dormitorio.
***
Los tres sentados en el sillón del salón viendo la tele.
Yo en el medio, rodeando con mis brazos la cintura de mis dos chicas. Ellas agarradas de la mano, sus cabezas apoyadas sobre mis hombros.
Aunque Ana y yo apenas salíamos ya de casa –un corto paseo diario hasta el parque cercano o a la tienda de comestibles–, procuraba aceptar todas las invitaciones dirigidas a Paula, de sus amigos, de los abuelos… Quería que ella hiciera una vida lo más normal posible, que se aireara, que más adelante pudiera recordar a su madre tal como había sido hasta no hacía tanto tiempo. Yo había pedido la excedencia del trabajo para poder cuidar de Ana. Me gustaba quedarme a solas con mi mujer. No deseaba perderme ni una centésima del tiempo que nos quedara juntos.
Las miré con disimulo. Paula seguía la película con interés, la cara de Ana al contemplar a su hija reflejaba un contento cada vez más esquivo y yo, simplemente, me limitaba a disfrutar del momento.
***
Cierto día paseábamos por la calle de la mano.
La primavera se anunciaba tímida, pero el sol brillaba y el cielo, de un azul que te obligaba a entornar los ojos, me llenaba de energía. Charlaba sin parar sobre cualquier tontería que me venía a la cabeza y, aunque la única respuesta de Ana era la suave sonrisa posada en sus labios, me sentía feliz.
Unos metros más adelante, se paró de golpe en mitad de la acera y yo me detuve también y me volví hacia ella. Sin decir palabra, comenzó a trazar con sus pulgares la línea de mis cejas, mis pómulos, mis labios… y en su semblante reencontré a la Ana de antaño. Durante un momento, pensé que ese último año y medio sólo había sido un mal sueño del que por fin acababa de despertar.
–Te quiero –declaró con dulzura, provocando que mi corazón diera una voltereta en mi pecho.
De repente, se desasió de mi mano y cruzó la calzada corriendo.
La furgoneta no pudo esquivarla.
***
En casa, una tarde.
Paula y yo, sentados en el sillón cogidos de la mano, miramos la pantalla del televisor apagado. No hablamos, pero nos comunicamos a través de nuestros dedos entrelazados. Ella me aprieta la mano…, tras unos segundos le devuelvo el apretón. Ahora soy yo el que ejerce presión sobre sus dedos y la respuesta no se hace esperar. De ese modo, va transcurriendo la tarde, segundo a segundo, minuto a minuto, hasta conseguir que éstos se conviertan en horas y éstas en días. Hasta lograr que el tiempo pase y que el dolor pase con él.
25- Cuando la niebla te envuelve. Por Capitán Wentworth,
Puff, Capitán Wentworth, no he podido evitar las lágrimas al ir acercándome al final. Enhorabuena, sabes cómo trasladar la mente del lector a la historia, además de poseer una prosa impecable. Suerte, aunque no creo que la necesites.
Gracias, Triana, comentarios como el tuyo hacen que merezca la pena seguir escribiendo.
Buena idea y todavía mejor redacción.
Muy bien, Capitán, muy bien. Buen trabajo de elipsis y dosificación de información.
Capitán Wentworth felicitaciones por presentar un relato que supera tu anterior presentación «Un cálido refugio».
Es muy grato ver como aparecen los «amigos» el certamen, calro que siempre están los comentaristas con mentalidad de reality show, pero que no logran hacer perder tu conducta amable que llevaste de forma tan cálida en tus comentarios, al menos el año pasado, un abrazo y tu relato es excelente, para realizar varias lecturas y descubrirlo con deleite.
Enhorabuena. Una historia amarga y dulce. Me encantó el final
Rafael y HK, os agradezco el tiempo que habéis dedicado a leer y comentar mi relato.
Os buscaré…
Una historia preciosa y buena redacción.
un abrazo
Ex-Lucho X, JB Fletcher, Barba negra. Muchas gracias por vuestro tiempo y vuestro comentario. Ex-Lucho X me tiene impresionado con su memoria de elefante.También os buscaré a vosostros. Saludos.
Gracias por el elogio a la memoria pero no me considero el «Funes» de Borges, je, en realidad algunos relatos del año pasado los recuerdo y sus nombres, otros los he ido a buscar en la página del certamen anterior.
Lo importante es expresarte el gran nivel de tu relato, me gustó mucho.
Me ha gustado mucho tu relato Capitán Wentworth. Creo que está lleno de amor y emoción. Has conseguido atraparme desde la primera línea y transmitirme los sentimientos que existen entre los protagonistas. ¡Enhorabuena!
Repito mi agradecimiento a Ex-LuchoX y le doy las gracias también a la pirata Tania.
Un saludo
Conmovedor. Enhorabuena Capitán Wentworth.
Me ha encantado Capitán, conmovedora e intensa. Una prosa excelente. Enhorabuena y suerte.
Muy buena aproximación a los santimientos de las personas. Muy delicado y muy bien escrito.
Aunque el primer relato que me ha dejado más impresionado ha sido el de Rafael (francamente bueno), cuando he llegado a éste me he quedado alucionado: recibe, apreciado Capitán (yo también te recuerdo del año pasado) mi más sincera y efusiva enhorabuena. Creo que todos los elogios que has recibido son justamente merecidos: la prosa es estupenda, la profundidad y contundencia del relato incuestionables. Y además, si te sirve de algo, y para añadir un merito extra a tu narración,te diré que llevo un par de días dándole vueltas a la historia,incapaz de sacarme de la cabeza cada uno de los tramos de viaje hacia la desgracia descritos, y creo que eso es algo propio de obras que van más allá del voluntarioso ejercicio de un aplicado aficionado a la escritura que se presenta a un concurso.
Aunque queda mucho plazo aún para que sigan entrando buenos relatos, superar el tuyo será complicado. Gracias por la aportación.
Oh, Capitán, mi capitán… En el concurso del año pasado te acusaron (creo que Antístenes, aunque no estoy seguro), de haber reutilizado un relato de algún otro certamen sobre los malos tratos. En esta ocasión, este relato me recuerda, por el tema, a otro al que me presenté que versaba sobre la enfermedad crónica. Ciertamente si un relato es bueno (y este lo es, y mucho), no hay que dejarlo dormir en un cajón, sino airearlo y darlo a conocer, pues así lo disfrutamos. No tengo ninguna certeza de que haya sido así, pero daría completamente igual. Precisamente al que yo presenté (y que por supuesto no ganó), estoy trabajándolo un poco para poder tener la ocasión de volver a darle vida.
Un saludo con mis mejores deseos para el concurso.
Gracias Lola, Salomé y Leonard, y gracias en especial a Arponero, que se ha tomado su tiempo para dejarme un comentario de los que te animan a seguir escribiendo. A Charlotte también le agradezco que me haya leído y su crítica, que también es muy positiva.
Muchas gracias a todos.
me ha fascinado Capitan¡¡¡
Gracias Padel Queen. Te buscaré.
Yo también opino que este relato es mucho mejor que el del año pasado. Me ha gustado muchísimo, me siento muy identificada con el y sobre todo con el final. Enhorabuena Capitan, sabes llegar al corazón y eso es importante.
Hola Capitán: De verdad espero que la historia que nos presentas no sea biográfica. Si lo es, lo siento mucho; Si sólo es producto de tu imaginación, te felicito por la gran capacidad de tu tecleado para hacernos pensar que es real. Conmovedor y muy bien estructurado. No sé por qué tengo la impresión de haberte leído antes, pero no puedo especular; esto de los seudónimos, nos hace ser como fantasmas de nuestras propias letras. Saludos
Gracias Estrella, me alegro que este relato te guste más que el del año pasado, quizá quiere decir que poco a poco voy mejorando… Y también gracias a Aval, tranquilo que la historia no es ni autobiográfica ni basada en nadie conocido. Muchas gracias por vuestros comentarios.
Un relato conmovedor, Capitán, mucha suerte en el certamen.
Me ha gustado este relato por su contenida prosa y los detalles que lo hacen verídico (el peinado de la niña, por ejemplo); lo que menos me interesa, aunque pueda resultar duro decirlo, es la historia en sí. Me explico: tal vez sea un poco plana; en el primer párrafo ya está todo contado. Una vez que sabemos (o intuimos) el diagnóstico tal vez tendrían que pasar otras cosas. No sé, quizá no me esté explicando bien. De todas formas, quiero felicitarte por no dejarte llevar por efectismos que busquen el aplauso fácil. Insisto felizmente en esa contención que necesita una historia así para no caer en dramatismos. Enhorabuena.
Gracias Lucille y gracias tb a Infinito, que me da una de cal y otra de arena. Sé que sobre gustos no hay nada escrito, pero es como si me dices que una película que empieza por el final no merece la pena verla porque ya sabes lo que va a pasar. Puede que no sea una historia trepidante o con un final sorpresivo, pero para mí las sorpresas no son lo más importante a la hora de contar algo.
De todas formas muchas gracias por leerme y comentar mi relato. Es lo bueno de este concurso, la gente dice lo que piensa.
UN RELATO ESCRITO CON EL CORAZÓN. EXCELENTE REDACCIÓN Y CONMOVEDOR Y CÁLIDO FINAL. TE FELICITO
Me ha gustado, además no cae en dramatismos fáciles a pesar del tema. Para poner alguna pega sólo decir que a mi no me convence mucho eso de fraccionar tanto una historia tan corta.
Ah! Magnífico eso de no decir la enfermedad que tiene, impacta mucho más.
Muchas gracias Moreda y DinA4 por dedicar un rato a leerme.
Un saludo!
Un buen relato, conmovedor sin caer en sensiblería, aunque… Uyyyyyyyyy, en algunos párrafos casi la roza.
No pensaba comentar algo, pero, al volver a releerlo
me siento incapaz de señalar que es un «melodrama» infame este trabajo. Por cierto, digno de Alfonso Estudillo, el único autor que fue capaz de señalar que un personaje, tras siete años encerrado en una mina, tras ser rescatado, salía de ella diciendo: «Dónde está mi Marujita, mi mujer, y mi Alfredito, mi bebito»…
Muy buen relato. Para nada afecta comenzar por el final,por Dios.
Un relato sensible y emotivo, sin duda, bien escrito, y algunos párrafos brillan con luz propia; sin embargo, no logro conectar con el formato. Creo que otra estructura le hubiera dado más carácter a tu narración, más estilo, no sé, mayor unidad.
Mucha suerte, Capitán.
Me he ido unos días y a la vuelta me encuentro un montón de comentarios. Qué ilusión!! Primero quiero dar las gracias a todos por dedicarle un tiempo a leerlo y comentarlo, aunque unas críticas sean mejores que otras, de todo se aprende.
A Pepito sólo quiero decirle que la primera frase de su crítica es un cúmulo de faltas gramaticales (hay que cuidar un poco las formas, al menos si pretendes dar lecciones a los demás).
Un abrazo a todos y suerte!!
Me has enganchado y conmovido. ¡Me has hecho llorar!
¡Suerte!
Muy buena historia, bien contada y agradable de leer. Un abrazo y éxitos en el certamen.
Me gusta la narración.
Suerte
Pinceladas ágiles y precisas.
Me ha gustado.
Suerte!
Conmovedor, parece una historia real. Sencillo de leer, lo cual siempre es bueno. Y la verdad, un final, con el padre y la hija juntos, muy sensible.
Suerte Capitán
Fragmentos de un diario conmovedor sobre como los humanos nos enfrentamos a una situación tan difícil como la que describes en tu relato. En cuanto al estilo, correcto y sin florituras, bien escrito, no le puedo poner muchas pegas de tipo técnico.
Mucha suerte Capitán
Aquí de regreso Capitán; navegando de nuevo por tu relato. Tu historia es de las que no se olvidan, aun con mi mala memoria. Te felicito. Lo disfruté como la primera vez.
que triste esto… y que bello a la vez, me parece más una historia de amor que una historia sobre una enfermedad. Con el principio no estaba todo contado, ni mucho menos, faltaba lo mas importante, que sentimientos unían a esa pareja, a esa familia… para mí eso es lo que cuenta el relato en realidad.
mucha suerte, me ha llegado al corazón
Ana
Tu relato es otro de los que dejé por comentar tras la primera lectura. En su momento no quise (ni supe) hacer ninguna crítica para no influir con mis modestísimas y nada profesionales opiniones, en la votación del público, pues sinceramente pienso que esa primera «vuelta» es para que la gente disfrute de los escritos y se deje llevar por lo que éstos le provoquen, al margen de léxico, puntuaciones u otras normas…
Ahora ya está todo dicho, y sí quiero darte las gracias por tu relato. Un antiguo profesor de literatura al que llevo en el alma desde hace mucho, solía decirnos que hablar de las cosas «tristes» es infinitamente más fácil que hablar de las «alegres». Sin embargo, también éstas hay que saber contarlas.
Describes una enfermedad que me desgarra el alma y con la que he convivido, quizá por eso me resulte tan difícil expresarte mi opinión. Y lo haces muy bellamente.
Quizá si hubieses escogido otro formato no habría «calado» tan profundamente.
Muchas gracias por tu relato.
Suerte.
Que tierna historia! Qué generosidad! Qué amor y entrega!
Qué pedazo marido!!!!!!!!!!!
Enhorabuena, me ha encantado y llegado a lo más hondo.
Estoy impresionado por los comentarios recibidos. Pensé que una vez que empezaban las votaciones ya nadie comentaba nada. No sé cómo empezar a agradecer a todos vuestro apoyo, vuestros ánimos y vuestras opiniones. Pase lo que pase en el certamen ya me doy por satisfecho. Recibir críticas, en general tan positivas, de gente completamente desconocida hace que éstas sean aún más valiosas para mí.
Un abrazo para todos y suerte también para los que también habéis participado.
NO PODÍA SER MENOS QUE UN RELATO TAN EMOTIVO NO ESTUVIERA ENTRE LOS FINALISTAS. UN ABRAZO
Felicidades y más suerte
Magnífico. Muy bueno.
Enhorabuena
ENHORABUENA!!!
Hola Capitan Wentworth, quiero darte la enhorabuena por estar en la final y decirte que tu relato me ha llegado al alma. Nada más comenzar a leerlo, sabía de qué se estaba hablando, lo retratas de maravilla.
Al terminar el párrafo que empiezas diciendo «–¿Por qué ahora me vistes siempre tú? –preguntó Paula mientras yo terminaba de enrollar la goma en su segunda coleta, con una habilidad que no hubiera sospechado unos meses atrás.», precisamente terminar de leer la broma de Manu (era como si la escena la tuviera delante), se me han humedecido los ojos y a partir de ahí alguna que otra lágrima se me ha ido escapando… Y que conste que hasta ahora, en este certamen, solo Kellroy había conseguido que yo me emocionara así.
Besos.
Capitan la verdad, suena un poco raro… En fin, Capitán, perdona…
pareciera que la tragedia debe ser la que permee en los relatos, asi he leido dos.Este y otro. Felicitaciones aunque no me gustan estas tragedias televisivas
Felicidades y suerte, Capitán. Un abrazo.