La historia fue testigo de la encendida pasión de hombre enamorado de una dama a la que pocos conocían. En aras de crear con ella un vínculo fuerte y duradero, condujo sus pasos firmes y atravesó fronteras y barreras enarbolando la bandera de ese amor ante todos. La dama lo sedujo con facilidad, él cayó prendado de sus encantos al ir conociendo su alma y decidió cortejarla hasta hacerla suya. Dicen que él se llamaba Ibn Arabi y que ella, la filosofía, le convirtió en el primer sufista. Fue la adoración por las letras, la teología, la extinción de todo deseo parcial en sí y la vía negativa de la superación de todo conocimiento sensible e inteligible, lo que le hizo especial. Su carácter le permitió colaborar con otros apasionados por la cultura árabe, aunque también le atrajo las iras de los integristas, que lejos de comprender su pasión, le obligaron a dejar su patria y encaminar sus pasos hacia Damasco. Dicen que allí consiguió ser feliz de nuevo porque su dama y su séquito le acompañaron hasta el final de sus días.
21- Eterno enamorado. Por Damasquinado,
