Icono del sitio V Certamen de Narrativa

165-Dios de camping. Por Suchue

De tanto en tanto, cuando se acerca la Cuaresma, Jesucristo no quiere ni oír hablar de la cruz.
Se resiste a revivir un año más el sufrimiento, el atropello, la tortura, la muerte. Cuando se siente así hasta la resurrección le resulta incómoda: recuerda con desagrado la humedad del sepulcro y aún hoy siente culpa por haber plantado a aquellas damas sin aviso. 
Ya el Domingo de Ramos Jesús se angustia, siente náuseas, se adelanta al renovado e inevitable dolor de su madre. Para peor, mira como está el mundo y se reprocha la  utopía. ¿Por qué  su padre, que es él mismo, pensó que era posible redimir a la humanidad de la torpeza?
Se acuerda entonces de que existe un lugar en la Tierra donde el aniversario de su muerte no cae en  Semana Santa sino en Semana de Turismo. Es un alivio para Dios, hecho hombre, poder pasar desapercibido durante los días en que se rememora su funeral.
En ese país del hemisferio sur, bastante chico y poco poblado, esa semana de otoño la gente tiene asueto. Los más favorecidos logran entre siete y diez días libres. Los empleados públicos, tres. Los bancos trabajan dos días y medio. La holganza se transforma en una meta nacional. Los pocos hombres y mujeres obligados a cumplir tareas imprescindibles son mirados por los demás con piadosa simpatía.
Existe sí, una minoría religiosa que puebla las iglesias y sufre en el Via Crucis. Es justo decir que los devotos se las arreglan para no molestar al resto. También, que en esa semana la gente se vuelve especialmente tolerante. Es posible escuchar: “Felices Pascuas”, “Feliz Turismo” y hasta “Feliz santa semana de turismo criolla”, en alusión a los certámenes camperos que se celebran en esa fecha.

Cristo, barbudo y desprolijo, pasa desapercibido en cualquier camping. Agradecido, le pide a Dios Padre que no mande lluvia, la única calamidad que temen sus anfitriones.

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166- Ni una sonrisa. Por Zanay
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