Icono del sitio V Certamen de Narrativa

155-Retazos. Por Sofia Alonso

– ¡Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez!  ¡Salí!.

El corazón late fuerte, PUN, PUN, PUN, PUN, miraba por la rendija de los maderos, los ojitos le brillaban de emoción, y veía pasar otros rizos alborotados, agazapados…, carreras y…

– ¡Un, dos, tres por la Jose!

Se pasaba las manitas por el rostro para retirar los bucles que se pegaban en sus rosas mejillas, miraba a su alrededor, la mamá Flú la miraba desconfiada. Volvía a mirar por la rendija, a lo lejos escuchaba:

– ¡Un dos, tres, por el Nolo!- más risas, carreras y gritos.

– ¡Un, dos, tres por mí!

– ¡Un, dos, tres por el Pipe!

Y así uno a uno…

– ¡La Mili, falta la Mili!-  el corazón empezó a acelerarse nuevamente.

– ¡Ya, pues Mili! ¡Sal luego! ¡O nos vamos!-  Da la última mirada a la mamá gallina, abre la puerta con sus exiguas fuerzas y corría, corría, mientras todos gritaban:

– ¡Ahí!, ¡ahí!

– ¡Un, dos, tres por la Mili! – Todos a la vez.  El corazón no se calmaba y había mucha risa en el aire.

***

– Papi, nunca voy a alcanzar a salvarme.

– ¿Cómo es eso?- tronaba la voz papá.

– Nunca llego- e indicaba la zona de juego.

– ¡Venga mi golondrina!- La levantaba en andas y la llevaba al jardín.  Se tiraba de espaldas y la pequeña apuraba sus pasos, la tomaba de las manos y…

– ¡A volar! ¡A volar!- la golondrina abría sus alas mientras giraba y giraba cerraba los ojitos y la brisa fresca daba en sus alborotadas mejillas.

– ¡A volar la golondrina!

***

Llovía fuerte y el viento gemía -¡uuuh, uuuuh!- , los oídos atentos, todos alrededor del fuego y el cuento de la princesa encantada, los dragones…, las alfombras mágicas, los duendecillos, la bruja en su escoba….  Afuera el viento seguía ululando y junto a los chirridos de la leña y a la fantasmagórica llama, su mirada idealizaba la figura de Nela como el hada madrina del cuento.

De pronto, algo llamaba la atención de la chicuela y sus ojitos se encontraban con esos bultos entre las maderas, si allí estaban unos ratoncillos escuchando atentos…, sin importarles ser descubiertos.  Y como en el cuento veía como se transformaban en los agraciados caballos que transportaban a la princesa.

– ¡Y… colorín colorado, este cuento se ha acabado!

– Ya, pequeña a la cama.  ¡Upa!. El movimiento rompía el encantamiento y al volver su rostro hacia los roedores, los observaba estirarse y perderse entre los maderos.

– Mamá, mamá! ¿Dónde duermen los ratones?-  Risas.

***

El hada madrina daba poderes mágicos para que la princesa Mili se defendiera del malvado dragón. 

– ¡Mili, Mili!, despierta, ¡shiiit! calladita ven vamos a salir.  Escapaban por la ventana, seguía a sus hermanos, todos iban de puntillas.

Arreciaba una lluvia fina

– ¡Se salió el canal! ¡Se salió el canal!, ¡cuidado con la Mili!-  La niña estaba asustada, el puente no se veía, pero Nela la tomaba de la mano y ya al otro lado, comenzaban las carreras en el agua.  Mili soltaba la pijama para abrir los brazos, la golondrina quería volar, todos corrían, reían, de pronto algo la detuvo en seco y el corazoncito empezó a tamborilear.  PUN, PUN, PUN, PUN. 

– ¡El dragón, el dragón!- y los rojos ojos del dragón se acercaban, el grito se le secó en la garganta cuando el dragón saltó a su lado y entre agua,  barro y languetazos escuchaba a la Nela gritar:

– ¡Sal Boby, sal Boby!

– El dragón tiene olor a Boby- dice Mili mientras se escuchaban las risas traviesas. De pronto el grito:

– ¡Niños, niños!

– ¡Ahí viene la mamá! ¡Corran, corran!- Todos entraban, pero Mili no veía el puente. 

Mientras el agua subía a su alrededor y se hacían olas con tanta carrera infantil, alguien la tomaba y la acurrucaba, con su manita acariciaba la negra trenza de mamá.

***

Un monstruo se salió de un cuento.

– ¡Allá viene! ¡Allá viene! – todos los pequeños rostros asustados, Mili sentía el susto de ellos también y salían sobrecogidos a atisbar el camino.

– ¡Allí viene el monstruo! ¡Allí viene el monstruo!, ¡escóndete Mili!- Sentía el brazo de su hermana Nela y todos corrían, algunos sollozaban, otros tomaban unos palos para defenderse.

Mili de su improvisado escondite veía al monstruo graaande, neeegro, que cruzaba el puente a grandes zancadas, veía pasar los pies del ogro A hurtadillas lo seguían, se alzaban voces y de pronto ¡Plaf!, ¡Plaf!, y mamá rodaba por el suelo.

– Nela, Nela el monstruo se parece a papá.

– ¡Shiiiit!

Nela corría a socorrer a mamá, pero el monstruo tenía mucha fuerza y de un empujón la Nela quedaba como una muñequita de trapo tirada en un rincón.  Los sollozos de mamá y la Nela le oprimían tanto el corazón que sus ojos se llenaban de lágrimas.  Pero Nela dice:

– ¡Shit!- Porque el monstruo se enfurecía más si escuchaba gritos o llantos.

***

– Venga mi golondrina, vamos a volar- y corría donde el papá, pero a medida que se acercaba, los pasitos hacían más lento, la sonrisa se desdibujaba, el monstruo de anoche se parecía mucho a papá.  Pero la sonrisa de éste le devolvía la confianza y todo se le olvidaba cuando empezaba a volar.

– ¡Vuela la golondrina, vuela!

***

– ¡Al hoyo, al hoyo!, todos corrían al hoyo. El Nolo y el Pipe estaban mojando el cerro,  Todos se subían al montón de tierra y lanzaban el agua. 

– ¡Yupi, yupi!- entre dos tomaron a Mili y la lanzaban por el resbalín de lodo.  Se lanzaba uno, luego el otro y el otro. Pipe se sacó los zapatos, le siguió Nela y así uno a uno fueron quedando descalzos y la tremenda algarabía llamó la atención del tío que se asomó por entre los árboles frutales.  Escucharon la pasmosa voz del tío.

– ¡Maigo, ven a ver a tus críos!- gritaba a la vez que lanzaba una risotada al ver esos cuerpos achocolatados en barro y antes que llegara la madre, en una acción de complicidad, tomaba una manguera para tirarles agua.

– Lávense chiquillos, antes que los pille su madre- Y el agua los mojaba, los resbalaba y entre todo esa mezcla de cosas los corazones se hinchaban de felicidad.

***

– Nela, el monstruo se metió a mi cama.

– ¿Qué? ¿Y que te hizo?-  preguntó la voz angustiada de la Nela.

– Me tocaba.

– ¿Donde, donde te tocaba?

– Aquí y aquí.

– ¡Mamá, mamita!- gritaba la Nela.

– ¡Mamá!- Y lloraba la Nela y después las dos lloraban, sentía sus miradas confusas, se acercaban y la acariciaban.  Y la mamá dice:

– Mili, no le digas nada a nadie, shit, shit y se ponía el dedo en la boca, lo mismo que hizo el monstruo anoche.

– Dormirás con la Nela.  Mili, un ángel te cuidará, cuando tengas susto di esta oración: -“ángel de la guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día”. 

***

Nela se esforzaba y la azuzaba.

– ¡Ya, vamos Mili, tú puedes, tú puedes!, tranquila Mili, relájate ó nos vamos de bruces las dos.

– ¡Al techo, al techo! La comitiva planeaba llegar al techo, el objetivo: alcanzar las jugosas uvas de la parronera, cada uno en su quehacer y todos juntos.  Se apartaba con la Nela se recostaban mirando el cielo, la pequeña sentía el vértigo dulzón de las alturas.

– ¡Mira Mili! ¿Qué forma tiene esa nube?

– ¡Corderitos, corderitos!

– ¿Y aquella?

– ¡Boby, Boby!

– ¿Y la de más allá?

– La gallina Flú.

Luego de asociar las nubes a cuanta forma se les antojase, Nela dice:
– Estamos arriba en esa nube, nos tomamos de la mano y saltamos a la que está al ladito. ¿De acuerdo Mili?- ¡Uf! Entre sustos y espasmos viscerales con su imaginación saltaban entre las nubes.

– Nela, tengo susto.

– No te preocupes- y le tomaba su mano.

Llegaban los hermanos a despertarlas de sus juegos.  El Pipe las urgía.

– ¡Ya, pos chiquillas, que nos pillan arriba del techo y nos dan la paliza, vamos, vamos!

***

Una noche Mili sintió chirriar la puerta, el corazón comenzó a latir fuerte PUN, PUN, PUN, PUN.  Vio la sombra grande y negra que se acercaba a la cama.  Llamó al ángel en su oración: “ángel de la guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día”.  Y el ángel estaba también allí, pestañeó en la oscuridad, el ángel le sonreía para tranquilizarla, pero estaba triste.  Ambas siluetas se perdieron.  Buscó a Nela, estiraba la manito buscando entre las sábanas.  Se bajó de la cama, cruzó la puerta, buscando avanzó casi sin darse cuenta hacia el jardín buscando a su Nela.  ¡Oh, Dios!, no sé que verían esos ojitos.  El monstruo descubre su presencia y de sus ojos lanza dagas de fuego hacia el corazón de la niña.

Se apegó más a Nela, le enjugaba sus lágrimas.

-¡Mamá, mamá anoche vino el monstruo!, pero el ángel me cuidó.  Mamá el ángel se parecía a la Nela.

***

Se iban al jardín a cazar bichos.  El Nolo y la Sofi se encaramaban a los árboles en busca de nidos, Josefa, Pipe y la Quely se descalzaban y arremangaban para meterse al agua. La Sofi, el Lalo y el Manu se embelesaban escarbando la tierra.  La Mili y la Nela a lo suyo.

Entre aromas de flores silvestres correteaban mariposas, moscardones, abejas en fin cualquier cosa con alas. Nela le fabricó unas alitas que le amarró a la espalda, comenzó a correr para volar.

– ¡Miren la Mili es “Campanita”- Reían cada uno en lo suyo pero se arremolinaban para mostrar sus trofeos.

– ¡Miren lo que encontré!- gritaba uno-

– ¡Miren que colores! – más fuerte el otro.

-¡Oigan, oigan! Miren como se mueve, cuidado que se quiere escapar.

Los ojos de todos brillaban, la emoción de lo descubierto los alborozaba.

El Pipe se acercaba con un bicho raro y en tono espantoso decía.

– Miiiiira Mili.  Este te va a picar.

La carita rosada buscaba el refugio en los brazos de Nela, cuando de pronto…

-¡Aaaay!… y ¡puaf!, caída libre al suelo.

Todos reían y algunos se agarraban la panza y se tiraban al suelo mientras el pobre Nolo se sacudía el polvo de su pisoteado orgullo.

– Sigan, no más y empezaba la persecución y la algarabía se hacía enorme con los ladridos del perro, los cocorocó de las gallinas y las risas de los chicuelos.

***

A Nela le empezó a crecer la guatita y observaba desde los rincones los juegos de sus hermanos.  Mili la tomaba de la mano.

-¡Vamos Nela, vamos!-  Nela sólo la abrazaba y la abrazaba tan fuerte que le llegaba a doler el cuerpo.

-Nela que me vas a romper- se dibujaba una sonrisa triste en el rostro de Nela.

***

-No resistió el embarazo – alguien murmuró.

Los veía a todos tristes, llorosos, le decían que Nela estaba en ese cajón blanco. Pipe colocó las alitas de sus juegos.  Que se fue al cielo, le dijeron. Pero nadie la quiso tomar en brazos para verla. Nela se fue y el monstruo nunca más apareció.

***

Empezó con un comportamiento raro, la observaban boca arriba, sobre una banca, sobre un cojín, sentada en una ventana, pero siempre boca arriba, su mirada perdida allá en las nubes.  Ya no salía a jugar con sus hermanos. Sólo jugaba con las princesas, peleaba contra los dragones, contra monstruos graaandes y neeeegros, viajaba en una alfombra mágica o abría sus alas y volaba como una graciosa golondrina.  Sintiendo la brisa sus pálidas mejillas.

***

Ya no había brisa de campo, no había perfume de flores, desaparecieron los colores, todo era blanco, como la larga trenza de mamá.

– Síndrome de Peter Pan-, sentenció la voz lacónica del médico.

154- Primer Beso. Por Literauta
156-La Culpa. Por Don Antonio
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